10.12.21

Esas cosas


Empezó de la nada, cómo lo explico. Me despierto un domingo a la mañana, voy a calentar agua para tomar un par de mates, para arrancar. Y hay agua en el piso de la cocina. Tardé en darme cuenta, estaba borracho de la noche anterior. Cerré los ojos mientras esperaba que se calentara el agua, y sentí esa sensación de jugar con el agua entre los dedos de los pies.
‘Estoy en Villa Gesell, a la noche voy a coger con Elina, tengo veinte años’, pensé. Y abrí los ojos. Venía el agua del lavadero. Estaba mojada la pared, muy mojada, caía agua a borbotones de la llave de paso. Empecé a luchar para mandar el agua por la rejilla del lavadero, pero la rejilla regurgitaba y me devolvía el agua con más fuerza. Domingo a la mañana, repito.
Esa semana, ponele el miércoles a la noche, abrí la heladera. El freezer. ¡Pum!, hubo un fogonazo desde atrás de la heladera. Se quemó el motor, me dijo el técnico. Nada, muerte cerebral, kaput, imposible repararla.
Al día siguiente se rajó un vidrio, de punta a punta. Una ventana del dormitorio principal. Como si me hubieran tirado un piedrazo a la noche, mientras dormía. Imposible, séptimo piso, desde dónde.
Se empezó a levantar el parquet, baldosita por baldosita. Cada paso que daba por el comedor, clac clac clac.
Y así podría seguir. Dejó de salir agua de la ducha. Un mísero hilito de agua para enjabonarme las bolas y el resto de mi atribulado ser. Olvidate de bañarte. Se rompió el botón del inodoro, mi silla preferida comenzó a renguear de una pata. Las puertas de los placares dejaron de cerrar, apretaba los botones y las luces no encendían.
Pero no, lo pensé un poco y no. No se trataba de un embrujo ni de una maldición, tampoco era una racha de mala suerte. Mi departamento de un día para el otro se había cansado de mí, dejó de soportarme, no quería verme más. Como te pasó a vos, más o menos eso.

5 comentarios:

Frodo dijo...

Directo a la antología esencial de su maldita obra inédita.
Pluma de prosa poética afilada en la experiencia, la observación y el fracaso cotidiano.

Lo felicito JH.

Alberto Arenas dijo...

Si me hubiera sucedido algo parecido a lo acontecido en su relato Hundred, bueno, estoy seguro que ya no me quedarían muebles, viviendas, automóviles y bienes en general.
En este preciso instante de mi humilde aunque impredecible existencia, no podría asegurarle si afortunada o desafortunadamente, he tenido un par de ejemplares femeninos que han procedido conmigo de idéntica manera que el departamento con usted.
Le dejo un saludo, ya que en esto de ser dejados también nos parecemos.

J. Hundred dijo...

*frodo! le comento, total esto no lo lee nadie. en algún momento tuve pensado escribir grandes obras, ser un tipo de lo más genial. no se dio, saludos.

*alberto arenas! podría decir, yo, el mismísimo hundred: me han dejado tantas veces que dejarme se ha ido transformando en una disciplina olímpica. conste en actas, saludos.

José A. García dijo...

Hace 5 años cambié el techo de mi casa porque tenía goteras en casi toda la casa. Levanté membranas viejas, saqué chapas oxidadas y carcomidas por la humedad, puse chapas nuevas, zinguería, pintura, todo quedó perfecto. Las goteras no se dieron ni por enteradas.
Sé lo que se siente.

Saludos,
J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! quedamos así. saludos.