30.9.21

Te llamo para contarte


Ana llamó por teléfono a Laura. Era lunes. Eran las diez y media de la noche.
–Hola, Laurita querida. ¿Te enteraste lo que pasó?
–No –respondió Laura– ¿Qué pasó?
–Se suicidó Mónica.
Se hizo una pausa. Un silencio cargado de estática, los celulares últimamente andaban para la mierda. Mónica era una amiga, una amiga de Ana, una amiga de Laura. Mónica era, en rigor de verdad había sido, una amiga de las dos. Habían ido juntas, las tres, al mismo colegio secundario.
–¿Qué? –dijo Laura.
–Sí –dijo Ana–. Se mató Mónica, ayer. Se tiró por el balcón.
–Pero –dijo Laura–, No lo puedo creer. Es increíble. ¿Estás segura?
–Sí –dijo Ana–. Es increíble. Me llamó Claudia para contarme.
–¿Qué Claudia?
–Claudia, la hermana de Mónica.
–¿La más grande?
–Sí –dijo Ana. Había prendido un cigarrillo. Laura escuchó que Ana pitaba–. La más grande.
–Qué mal –dijo Laura– ¿No se estaba por ir de vacaciones?
–¿Qué?
–A Buzios –dijo Laura–. Había reservado para la primer quincena de Febrero.
–Sí, no sé. Puede ser –dijo Ana.
–No te matás –Laura resopló–. Si reservaste para irte de vacaciones dentro de menos de dos meses no te matás. No tiene sentido.
–No sé –dijo Ana–. Se mató.
–¿Qué tenía puesto? –Preguntó Laura.
–¿Qué?
–Qué tenía puesto –insistió, Laura–. Cómo estaba vestida.
–No sé. Un jogging, una remera –dijo Ana.
–Porque tampoco te vas a tirar en pollerita. Quiero decir, imaginate quedar ahí tirada muerta sobre la calle, con el culo al aire.
–Sí, es un bajón –se escuchó un ladrido de fondo. Ana tenía un perro. Un simpático pointer que se llamaba Berugo.
–Mirá vos, hasta para matarte tenés que pensar cómo estás vestida –dijo Laura–. Como cuando te presentan a un tipo. Además de no saber qué pelotudo puede aparecer, las boludeces que vas a tener que escuchar. Tenés que acordarte por las dudas de ponerte una bombacha más o menos decente.
–Y sí –dijo Ana.
–Porque no sea cosa que vayas a coger, que te guste el tipo. Y te acuerdes que estás con una bombacha con el elástico medio vencido.
–Un bajón –dijo Ana.
–O toda desteñida. Y que el tipo crea que sos una mugrienta.
–Además de querer que les chupes la pija, los tipos quieren que estés limpita. Que te tragues la leche sí, pero que además seas fina y delicada. Qué forros.
–Cuando yo estaba con la regla Gustavo se mantenía a cinco metros de distancia –dijo Laura.
–Y sí.
–Decía que le daba asco el olor, la sangre. Hay que ser hijo de puta –Laura tosió.
–Bueno, era para eso. Para avisarte que se mató Mónica –dijo Ana–. La velan ahí, no me acuerdo la calle. Córdoba al fondo. Thames, creo que es. Sí, Thames.
–¿Vas a ir? –Preguntó Laura.
–Sí, mañana a la mañana. Pero al cementerio no. Vos sabés que yo no voy al cementerio porque me hace mal.
–Bueno, paso a saludar a la familia, entonces. A eso de las nueve de la mañana.
–Dale.
–Te veo ahí, entonces –dijo Laura–. Podemos irnos a tomar un café ya que estamos. Hace mucho que no nos vemos. Así nos ponemos al día.
–Perfecto –dijo Ana–. Porque yo tengo que hacer tiempo hasta el mediodía para pasar a retirar unos análisis.
–Bueno, te veo ahí entonces –Laura se sonó la nariz–. Mirá vos, pobre Mónica. Lo mal que estaría para hacer una cosa así.
–La verdad que sí. Me dejó remal.
–Bueno, te veo mañana y charlamos.
–Sí, nos vemos mañana.

8 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿Se mató Mónica? ¿La misma de tantos relatos o una homónima?
Parece que el suicido requiere cierto protocolo de vestimenta, sobre todo para una mujer, cuidadosa de su imagen.
Y lo de la preparación previa tiene una ventaja. Da tiempo para desistir,
Bien narrado el diálogo.

Alberto Arenas dijo...

Pobre Mónica... Como tantos otros mortales debe haber transitado el camino lleno de angustia y desesperanza siendo invisible para casi todos sus compañeros de viaje. La buena noticia es que terminó su sufrimiento, la mala, que a la mayoría de nosotros nos sucederá la desazón en algún momento. Esperemos no obstante, evitar el mismo desenlace. Lo espero a la vueltita Hundred, sobre Niceto Vega, hay un par de tugurios que estoy seguro, le gustaría conocer. Abrazo grande.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! es evidente, surge como una renovada fuente de incomodidad, que hasta para morirse hay que prepararse. y no, es otra mónica. saludos.

*alberto arenas! respecto al camino de angustia y desesperanza invisible para los demás, le comento, total esto no lo lee nadie. hace algunos años, más de diez, estuve con una depresión total y absoluta. no hace falta entrar en detalles, las cosas suceden como si de pronto pisaras una baldosa y quedaras salpicado de algo que te quita la alegría para siempre, las ganas de hacer, en fin. la depresión duele. el asunto es que pasados muchos años hablé con una persona que trabajaba conmigo, que me veía todos los días, y le pregunté si se había dado cuenta lo que me pasaba. ‘no, bueno, quizás estabas un poco más callado’. quiero decir, yo recuerdo perfectamente estar muriéndome cada día, pensando lo peor a cada paso, sintiendo que me iba a desplomar sobre la calle florida en medio de la multitud más absurda del planeta. y aún así, por motivos que ignoro, la gente más o menos cercana ni lo advertía. no deja de ser curioso. también me gusta, ya que usted menciona las coordenadas, el platito de queso y aceitunas negras de sarkis, conste en actas. lo abrazo.

José A. García dijo...

Cambié de número de teléfono otra vez, si para algo como esto no me entero, ni me quiero enterar.
Ya estamos grandes para seguir bancando hipócritas.
A la mierda Mónica y todas las demás, me fui a Buzios.

Saludos,
J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! hace poco descubrí que estoy viviendo hace un par de años en otro departamento, pago la línea telefónica, pero no sé cuál es el número. quiero decir, es importante entender que uno se puede ir a buzios o rajarse un pedo en el ascensor. no cambia gran cosa. saludos.

José A. García dijo...

Pedos en el ascensor, antes de bajar y con más gente dentro del cubículo.

Saludos,
J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! creo haber escrito al respecto. saludos.

Frodo dijo...

Sólo por eso no me suicido, prefiero no darles el gusto por ahora.

Abrazos Coronel Hundred!