Porque si te fijás un poco, si vas y mirás. Vas a ver que alguien decidió que Villa Gesell era su lugar en el mundo, ir a la playa todos los días a surfear o a fumar. Alguien descubrió que su trabajo lo sostiene, que siempre quiso ser abogado o dentista o profesora de educación física. Alguien dice ‘Martita es la mujer de mi vida’, y en sus ojos te das cuenta que es cierto, que el sujeto no podría concebir la existencia, la propia, sin Martita. Ejemplos sobran, ejemplos miles.
Pero fijate vos que a mí no. Porque yo, como te decía al comienzo, jamás tuve la convicción. De nada. Ni en el trabajo ni en el deporte, ni en el amor. Ninguna pulsión, ni el arte ni la ciencia. Jamás sentí que algo fuera lo mío, lo que en verdad saciaba mis ansias. Algo que me completara y me dejara satisfecho como para decir ‘bueno, sí, era esto’. Nunca me sucedió nada parecido, desconozco esa experiencia.
Entonces descubro que lo que me ha mantenido andando es el fastidio. Hay una sensación de existencial incomodidad que me acompaña desde siempre. Y eso que alguna vez me preocupó por el hecho de no poder encajar en ninguna parte, por sentir que no había nada en el universo para mí, eso se ha transformado en un exquisito motor. Única y particular manera que tengo de continuar. De seguir.
4 comentarios:
Estoy convencido que usted es crack. Aunque me puedo equivocar.
Que tenga buen regreso a Octubre
*frodo! hay muchísimos indicios para suponer que soy un genio. yo aposté a eso la verdad, hace muchísimo tiempo. ya prescribió la causa. lo saludo.
Acabás de describir la forma en la que me vengo sintiendo en los últimos 30 años.
Gracias
*josé a. garcía! estuve preciso como el carajo, la verdad. saludos.
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