30.7.20

Todo lo que nos pasó, la vida


Pasa de noche principalmente que suena el teléfono. Y yo atiendo, voy y atiendo porque es lo que se estila, y escucho. Alguien, una voz, una voz de mujer inflamada de indignación me dice ‘¡te odio, hijo de puta!’, o ‘¡te di los mejores años de mi vida!’. O también dicen ‘¡Basura! ¡Forro! ¡Qué mal tipo que sos, Juan!’.
Después se quedan ahí, respirando. Después cortan.
Y cada tanto pasa también que hay alguien en casa, un amigo de otra época que vino a cenar una pizza bien barata con un vino bien caro, o una chica que cree que todavía ser feliz es de algún modo posible. Que no debería ser tan difícil encontrar alguien con quien compartir un pedacito de la vida.
Entonces, la persona que está en mi casa, conmigo, me mira algo extrañada y yo intento seguir como si tal cosa, pero la persona me pregunta por qué atendí el teléfono.
–¿Eh?
–Por qué atendiste el teléfono –me dice–, si no sonó.
Y entonces me doy cuenta que no me llamó nadie, nunca. Son las ganas de ser un tipo normal al que le pasaron cosas. Son ideas mías.

10 comentarios:

Alberto Arenas dijo...

Buen día Hundred. Vea, a lo largo de los intrincados caminos que me ha tocado transitar durante mi vida, hubo gente que llamó para denostarme (tal cual su relato) hubo gente que no llamó nunca mas, y gente que no llamó pero estuvo atenta a mis actos durante mucho tiempo.
La verdad no puedo dilucidar, no puedo descifrar cuál sería la mejor opción. Adivino entonces, que lo importante, lo esencial, es nunca dejar de atender el teléfono.
Lo saludo desde el otro lado de la línea.

f dijo...

en vez de comentar con un escueto: "cosas que pasan...",
le voy a comentar con un seco: "cosas que no pasan..."

pero todo esto ya fue tratado con maestría por esta artífice de la canción:

https://www.youtube.com/watch?v=zocV7iD9iUg

(ese comienzo es alucinante!)

Anónimo dijo...

Hola juan, como va? Con esto de la cuarentena, el encierro, perdí algunos de mis hábitos, como el de romperle las pelotas a ud. de vez en cuando. che, que desolación el protagonista de su cuento, me hizo sentir solidario, así que dígale de parte mía que es un pelotudo hijo de puta, que con su ridícula historia de vida me hizo perder 10 minutos de mi tiempo. o cuéntele el de la almejita a la que se le rompió la caparazón y se fue a la concha de su hermana para consolarse.
Abrazo con cariño.
alberto baru

J. Hundred dijo...

*alberto arenas! borges, que había pensado todo, dijo algo que brilla como un sol. qué dijo? dijo ‘maría, alcanzame la sal’. no, dijo lo siguiente: yo no hablo de venganzas ni de perdones. el olvido es la única venganza, y el único perdón. lo saludo.

*f! uno de los requisitos claves para ser gracioso es ser gracioso. no, lo suyo está muy bien, hay que valorar el esfuerzo. lo saludo.

*anónimo alberto baru! a veces me pregunto qué sería de mi vida sin usted. y es más o menos lo mismo que con usted. no, ahora en serio, qué dice, tanto tiempo. los eucaliptos, san francisco solano, usted recordándome una y otra vez que soy un pelotudo, qué épocas. lo saludo.

José A. García dijo...

La última vez que sonó el teléfono en mi casa Jorge Ginzburg era considerado un cómico.
Imaginare cómo cambió el mundo desde entonces.

Saludos,

J.

Frodo dijo...

Le voy a contar una anécdota. Yo estaba en MI pieza (la pieza donde pasé mis primeros veintipico de años, en la actual casa de is viejos). Mi costumbre adolescente era comer y rajar para MI pieza. Eso hice la noche de la anécdota, y al rato siento que en la cocina había un quilombo tremendo gritos, sillas que se movían. Salgo de MI pieza con ganas de putear a alguien y me encuentro que mi vieja está hablando con la TV. Me explico: ¡mi vieja está hablando con Tinelli! Ya había dicho "videomatch, videomatch" y se había ganado la heladera y las dos lucas que daban al elegir un número de la guía telefónica.

Siempre me dijeron que eso pasó. La heladera hoy, soy testigo, todavía vive.
Abrazo

Diego dijo...

Juan, qué tal? Bueno, aquí estamos. Hace rato considero dos cuestiones. La primera, para mi trascendental, el nirvana herbívoro digámosle, por poner un nombre, porque esta naturaleza nos impera a categorizar las cosas, usted sabe. El tema es que siento que debemos quedarnos con las pequeñas cosas. ¿A qué otra podemos aspirar en esta mundana rutina? El encierro sólo nos ha hecho descubrir o reencontrarnos con eso que nos empecinamos a enterrar. La otra es que noto que sus seguidores o comentaristas, pasan de largo ciertas poesías, micro relatos, pausas que son necesarias y que pueden salir de un pasaje de cuento a transformarse en una realidad presente. Quiero decir, con esto, que "Después se quedan ahí, respirando. Después cortan." es algo que no se debería pasar por alto. Que la forma de la vida actual nos apura, que no hay lugar al cual llegar. Que hay que saber parar la pelota bajo el pie, viejo. Lo abrazo con afecto.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! tiene usted toda la razón: el anacronismo del teléfono fijo hace moco el relato. y en verdad lo lamento. lo saludo.

*frodo! la escena que usted menciona es un poco triste. pero qué escena doméstica no lo es. lo saludo.

*diego! el tema es que los seguidores o comentaristas no registran mis chispazos de genialidad. se niegan a ver que debajo de la grasa anida un ser de luz. nada que no me pase en el día a día en persona, viviending, eso quise decir. lo abrazo.

José A. García dijo...

Voy a contradecirte Juan, no señalaba el anacronismo del teléfono, del cual no me había dado cuenta, sino mi incomunicación.
Ni siquiera uso whatsapp, muchos menos redes sociales, con suerte un correo electrónico. Así que, sí, la última vez que atendí un teléfono...

Saludos,

J.

Anónimo dijo...

ud dice "usted recordándome una y otra vez que soy un pelotudo". Y le aseguro que no es así. lo considero un buen escritor de historias breves y muchas veces con cierta profundidad.
estoy considerando ir a Villa Urquiza y buscarlo hasta encontrarlo y darle un abrazo, cagándome en el corona virus, para que vea.
Le tomé cariño, en serio, no sea pelotudo.
Alberto Baru