10.8.20

Una delicia de auto


Salí de la heladería. Viernes, cuatro de la tarde, Belgrano. Me habían echado del trabajo y no tenía gran cosa para hacer. Daba lo mismo deprimirse, anotarse en un instituto para tomar clases de yoga, o tomar un helado. La vida a veces no es gran cosa.
–¡Claro, no! ¡Claro! –me sobresalté, casi se me cae el helado al piso. Chocolate con almendras, dulce de leche granizado. Hice equilibrio con el cucurucho.
Mariana estaba ahí. Roja de furia, todo su odio enfocado en mí. Nos acabábamos de separar, hacía menos de tres meses. Un amigo me había prestado un dos ambientes en Parque Patricios para que tuviera donde dormir. Mariana no me dejaba sacar ni la ropa, mucho menos la computadora. Tenía un primo que era profesor de Taekwondo. Decía, Mariana, que su primo me iba a romper la cabeza a patadas.
Y ahí estaba, digo, Mariana. Al lado de su primo. Un rotundo energúmeno de casi dos metros de altura y más de cien kilogramos de peso, musculoso, pelo cortado a cepillo, ropa pegada al cuerpo, barbita candado.
–No –dije, pero porque no sabía qué decir. Por decir algo.
–¡Claro, no! –Insistió Mariana. Se le cayó la cartera sobre la vereda. Tenía, no me preguntes por qué, un bate de béisbol en las manos. De aluminio, parecía liviano y contundente a la vez. Alguien, quién sino el primo, se lo había dado. Todo un problem solver, un facilitador.
–¡Yo hecha mierda, y vos acá con esta puta! –señaló la chica que esperaba sentada, no, apoyada apenas sobre el lateral del automóvil– ¡Y encima te comprás este auto para hacerte el banana! ¡Forro!
Avanzó un paso. Retrocedí un paso. Sentí un par de gotas del helado de dulce de leche granizado cayendo, deslizándose por el cucurucho, siguiendo su camino por mi mano.
–Pará –dije.
–¡Qué pará! ¡Qué pará! –Se desató el tornado, le dio un tremendo batazo a la luneta trasera del automóvil. Estallaron los vidrios. Ella sacó el bate tirando hacia atrás como si sujetara a un animal de una pata, lo sopesó y lanzó otro batazo, ahora contra el lateral del automóvil. Sonó la alarma, la rubiecita gritó, gritaba, daba unos saltitos nerviosos, todo al mismo tiempo.
–¡Y encima te tengo que ver con esta puta! –Siguió golpeando el auto, Mariana, con el bate. Un BMW 325i negro, bastante nuevito, una delicia de auto– ¡Yo pensando que vos estás hecho mierda, y vos cogiéndote pendejas!
Pegó, Mariana, con el bate. Pegó y pegó más. Pegaba bastante bien, mientras yo me agarraba la cabeza con la mano libre. Los golpes hacían feos bollos en la carrocería. Aullaba de dolor el auto, y con él toda la industria automotriz alemana. Profanación, sacrilegio.
Entonces salió un tipo de la heladería. Peinado para atrás, con dos vasitos de helado. Saquito de lino y una remera debajo, pantalones pinzados.
–¡Pero qué pasa! ¡Qué hacés, pelotuda! –la rubia corrió hacia él, buscando refugio contra su pecho. Tenía buenas piernas, fantásticos tobillos y una minifalda cortísima. Tobillos para tenerla con las piernas bien alto.
El primo de Mariana se dio cuenta, todos ya nos habíamos dado cuenta (hasta vos, que desde la condorito para acá no leíste más nada, te diste cuenta) lo que pasaba. La paró, a Mariana, de atrás. Le agarró un brazo.
Ni el auto ni la chica tenían nada que ver conmigo. Di un buen mordiscón al helado, qué rico era el dulce de leche granizado de esa cadena de heladerías. Crucé la calle casi al trotecito, antes que largara el semáforo. Crucé la calle y seguí caminando.

10 comentarios:

f dijo...

bastante previsible...
que en ese momento te olvidaras de limpiarte la mano...

Alberto Arenas dijo...

A veces, sólo a veces, contamos con la esquiva complicidad del universo y se presenta ante nosotros el dulce sabor (cual helado de chocolate) de la venganza, sin siquiera haber planeado la situación. A veces Hundred, quiero decir, alguna nos sale bien.
Lo saludo ahora que es temprano, mientras espero que abra la heladería.

J. Hundred dijo...

*f! podría decirle que en cualquier caso, no importa lo que escriba, soy genial. incluso la idiotez más anodina, contada por mí, adquiere brillo. por aquello de ‘cuando tenés luz derramás luz’. pero supongo que usted ya se dio cuenta. lo saludo.

*alberto arenas! el universo existe dentro de la conciencia como olas futuras dentro de un mar en calma, sólo aparentemente diferentes en su potencialidad. no, claro, no sé qué significa, pero lo leí hace algún tiempo y siempre quise usarlo. me pareció que podía ser una excelente ocasión. lo saludo.

Anónimo dijo...

al fin su alter ego en ganador. o por lo menos en "gozador". y es muy cierto que el azar, cuando nos resulta favorable, nos transforma en Gardel. lástima que sucede tan pocas veces en la vida.
Abrazo
Alberto Baru

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Yo sospecho que planeas ir para un lado inesperado. Y trato de adivinar para donde saldrás.
En este caso, acerté.
Parece que el universo dio una revancha. Bien escrito.
Es algo muy visual, como de historieta o película.

J. Hundred dijo...

*anónimo alberto baru! el otro día le dije al chino del supermercado: li, vos qué opinás del libre albedrío? y como se me quedó mirando le dije: del lible albedlío. lo saludo.

*el demiurgo de hurlingham! leí, pero en inglés, pero leí y se lo cuento, lo siguiente. cuando te tiran una pelota podés hacer dos cosas: agarrarla o esquivarla. y eso en ningún caso puede estar premeditado, es lo que sucede en el momento. el universo da revancha, y a veces da propina, usted lo sabe, yo lo sé. lo saludo.

José A. García dijo...

¿Qué cadena de heladería era?
Hace rato que no encuentro sabores como la gente.

Saludos,

J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! no debería dar ese tipo de datos, pero la heladería se llamaba, se llama, ‘jauja’. lo importante, lo que hay que dejar bien en claro, es que el gusto con el helado es siempre 2. se piden dos gustos, ya sea un vasito o un kilo. cuando ves a alguien que pide más de dos gustos de helado, es como si alguien dice ‘buenísimo, voy a pedir la pizza ezpeleta raptor, que tienen palmitos, salchichas y salsa golf y zucaritas..’. lo que quiero decir es que ante ese tipo de situaciones no se debe dudar. hay que partir. lo saludo.

Frodo dijo...

Lo felicito por la presencia de ánimo para lograr hacer equilibrio. El cucurucho de helado es para los que comen con ansiedad o para magos.

Abrazo

José A. García dijo...

Gracias por la sugerencia. Intentaré tenerla en cuenta.

Voy a buscar la heladería, también.

Saludos,

J.