12.8.06

De otra forma

La mujer se me acercó en la calle y comenzó a insultarme. Yo estaba guarecido bajo un toldo, por la lluvia. Me encanta la lluvia, pero estaba con varias carpetas llenas de papeles que no debían mojarse. Meditaba sobre la conveniencia de esperar versus comprar un paraguas. Me molesta que intenten venderme un paraguas, justo cuando llueve, porque es cuando uno más lo necesita. El vendedor lo sabe; el vendedor se relame.
Volvamos a la mujer; era bonita, huesuda, con el cabello recogido en una simpática cola de caballo y el rostro desencajado por la bronca. Siguió gritándome.
‘¡Te odio!’, dijo; ‘¡te odio con toda mi alma!’, dijo; ‘¡cómo pudiste hacerme esto!’, dijo.
La miré. Esquivé un puñetazo que iba dirigido a mi rostro, y se incrustó en mi hombro, y la miré. Jamás la había visto en mi vida.
La mujer volvió a la carga, así que la dejé golpearme un poco. Me pareció importante que se cansara.
Tras cuatro o cinco golpes más, tuvo un acceso de llanto y cayó de rodillas sobre la vereda mojada. Dejó la cartera sobre el piso y se pasó una mano por el pelo, intentando adherirlo definitivamente a su cráneo, desesperada.
La gente que pasaba se había detenido, dispuesta a lincharme. Esperaban, expectantes, un gesto de la mujer, una instrucción, para molerme a palos entre todos. La gente quiere desquitarse de la maldita e insólita vida que les ha tocado en suerte. Necesitan un motivo, una causa.
Me arrodillé junto a la mujer, cuidando que las carpetas no se mojaran. Le acaricié una mejilla; no pude evitarlo. Le sequé algunas lágrimas con mi pulgar.
‘¿Estás bien?’, dije; ‘no te conozco; te juro que no te conozco. Jamás te vi en mi vida’, dije.
La gente aguardaba el desenlace con curiosidad. Estaban dispuestos a golpearme, o a aplaudir; la cosa se ponía interesante.
Ella me miró. Seguía llorando cuando me miró.
‘Es verdad’, dijo. ‘No nos conocemos, todavía. Pero nos vamos a conocer, y va a terminar mal. Me vas a hacer sufrir; mucho. Quise evitar esta escena, pero no pude. Me salió quejarme por adelantado. Disculpáme’.
La ayudé a incorporarse y nos fuimos caminando bajo la lluvia. Abrazados.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

nadie apreció esto? al final todos miran culos y tetas.
es hermoso.

J. Hundred dijo...

mire, estoy acostumbrado a esto de no ser apreciado. casi le diría que no ser apreciado es tal vez mi mejor, sino mi única especialidad.
pero gracias de todos modos.

Bugman dijo...

Caballero, algunas veces le envidio la prosa.

Lucía. dijo...

Excelente. Un verdadero deleite a la imaginación.