30.1.25

Parece cortesía


Voy a la parada del colectivo, elijo una parada de colectivo al azar. Es la parada del 109, no conozco muy bien el recorrido, no sé adónde va. Me paro en la parada hasta que viene el colectivo. Hay gente detrás mío, es lo normal.
–Adelante, pase –me aparto un poco–. Suba por favor –y no subo, me quedo en la calle. El colectivo espera unos tres segundos más y se va. Repito la maniobra con el siguiente colectivo, y me voy a tomar un café por ahí.
Voy a un negocio del barrio, una fiambrería.
–Necesito medio kilo de dulce de membrillo –digo, pero justo entra una señora–. Atienda, atienda a la señora, no hay problema.
La señora me agradece y comienza su compra, yo miro mi teléfono celular y me retiro como si hubiera recordado algo, algo importante que debo hacer, alguien que me espera en algún lugar.
La práctica, el proceso con tanta precariedad descripto, lo ejecuto con algunas insignificantes variantes al menos una vez por semana, sin falta.
Es que a mí me dejaron mucho, me dejaron siempre, me dejaron desde que puedo recordar. Y por esas caprichosas piruetas de la vida me ha tocado ver, enterarme, de cómo les fue casi invariablemente, a todas esas maravillosas chicas que me dejaron. Esas chicas que tenían prodigiosos planes, un fantástico potencial.
Es algo no demasiado elaborado, no requiere de complicadas argumentaciones ni pulidos razonamientos, tiene la contundencia de lo fáctico. Una de las cosas que mejor me ha hecho, en la vida, es dejarte pasar.

3 comentarios:

Beauséant dijo...

A veces dejamos pasar, a veces nos "pasan", en el fondo vamos dando tumbos con la esperanza de encontrar el lugar donde encajar.. algo que rara vez pasa en la vida y que, no nos engañemos, tampoco duro mucho.

J. Hundred dijo...

*beauséant! la naturaleza no tiene ángulos rectos, por decir algo. saludos.

Beauséant dijo...

Cierto, mis ángulos suelen ser obtusos ;)