10.11.23

El sapo pepe ahí nomás


El cantante iba al psicólogo todos los jueves a las once de la mañana. ¿Hacía cuánto que iba al psicólogo? A ese psicólogo hacía tres, no, cuatro años. Desde que se había separado de su última banda y le habían entrado esos ataques de miedo tan feos. Sentía, mientras tocó el portero eléctrico, que sus problemas seguían ahí, tan robustos como siempre. Sentía que se había transformado, su vida, en una valija, una valija que daba vueltas y vueltas en una cinta transportadora en un aeropuerto. Nadie tomaba esa valija, no veía salida, no mejoraba.
Se sentó en el cómodo sillón, dijo que sí, que quería un café. Encendió un cigarrillo, otra de las licencias de haber sido una estrella de rock, o quizás porque a su psicólogo también le gustaba fumar. Habló.
Primero se quejó. Se quejó de su suerte. Cómo podía ser, él, que había sido la voz de ‘El último canapé’ durante once años, y ahora lo invitaban a tocar con su nuevo proyecto artístico en recitales donde tocaban diez bandas seguidas, y lo dejaban hacer un set de veinte minutos para un público que muchas veces ni sabían de su trayectoria. Pendejos demasiado drogados pero con drogas nuevas, drogas de diseño que los dejaban medio pelotudos y sin poder articular más de dos palabras seguidas. Miraba las caras de los pibes que estaban más adelante y se daba cuenta que estaba en presencia de balbuceantes wisinyandelisados que no tenían la más puta idea de las letras de sus canciones ni de sus geniales significados.
Encima se le había ido el bajista, un pelotudo que apenas podía mantener el ritmo de una canción, le dijo que se iba a tocar con un conjunto de pop latino a una importante cadena de cruceros. Veteranas que aplaudían a rabiar si la banda hacía covers de Luis Miguel o de Chayane, te cogías a alguien y después te pasabas el resto del día en la pileta. Pagaban en dólares.
Y su representante le había dicho que no, que ni soñara, ni la Sony ni ninguna otra discográfica le iba a dar un adelanto. Le prestaban un estudio por tres semanas, un mes como máximo y después a porcentaje. Si hacía rato que él no le vendía discos a nadie.
–A mí –dijo el cantante, prendió otro cigarrillo–, que me dijeron que era el Jagger argentino. A mí, que cuando vinieron los Guns and roses me habían ofrecido ser telonero. Dicen que Axel Rose había escuchado un par de temas míos y quería conocerme. Pero yo estaba de vacaciones en Uruguay y dije que por menos de doscientos mil dólares no contaran conmigo. Y ahora me preguntan si no quiero tocar en una cena de fin de año de una compañía petrolera por tres lucas y la comida. ¡A mí, que era el nuevo Dylan!
–Entiendo –dijo el psicólogo, tosió, vació su pipa sobre el cenicero–. Agregue a eso que, por lo que puedo observar desde acá, usted se está quedando pelado. Terminó la sesión, lo veo el jueves que viene.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hasta Sansón ,que se cogia a las Minervas y/o Heteras que se le diera las pelotas , cuando perdió el pelo , cago fuego !
Dale pa’delante Sandro.

Anónimo dijo...

Genial!
El golpe bajo de la pelada es un jaque mate extraordinario!

J. Hundred dijo...

*anónimo1! es que cuando perdés el pelo perdés casi todo el rocanrol, mucho me temo. saludos.

*anónimo2! sí claro, a veces es importante mostrarle a la gente que están remal, pero no por lo que ellos creen. saludos.

Bob Harris dijo...

Hola Juan, hace mucho no pasaba.
La vida esta hecha de detalles.

La literatura, el cine, el fantástico se basa en esto, observe cuantos argumentos a cerca de civilizaciones completas que dependen de un talismán una llave, una cruz, el cabello... si el talismán pierde se va todo a la mierda. Un buen Rockero por defecto es bastante burro, entonces, no lo sabe o nunca lo leyó y nunca lo descifro de las porongas que ve en Netflix, vive en la ignorancia, y contrario a la felicidad que esto suele traer, a el le da tristeza (así de burro es).
Ahora, fíjese que siguiendo esta línea argumental, puede que las empresas de tratamientos capilares sean los sagrados los guardianes de nuestra cultura!
Por mi parte, se que se puede ser pelado sin problemas, pero claro, nunca voy a llenar River.

Gran abrazo

J. Hundred dijo...

*bob harris! la frase que me viene, justamente a la cabeza en estos casos, es ‘aceptación no es preferencia’. y es exactamente lo que quiero decir, porque me parece que explica y ayuda a la vez. es bueno saber de usted, saludos.

Frodo dijo...

jajajajaja... ¡El último canapé!

J. Hundred dijo...

*frodo! claro que sí, o ‘axila verde’, o ‘pies fríos’, o ‘serenos de morgue’, y podría seguir. saludos.