20.7.23

Para que te sientas cada vez mejor


Es de lo más común, lo sabe todo el mundo mayor de treinta años, la vida en la ciudad enloquece. No importa mucho si sos profesor de un colegio secundario o ingeniero industrial, si te casaste hace siete años y tenés tres hijos divinos o si ya te divorciaste y tenés tres hijos horrendos, si estás haciendo algo de dinero o todavía no la encontraste, si cambiaste el auto o tenés una amante en la oficina.
Estás triste, claro que estás triste, todos están tristes. Angustiados, deprimidos, ansiosos. No es tu culpa tampoco, así se vive. Está en el aire, en las antenas de los celulares, en los noticieros que repiquetean cada desgracia ad nauseam, en el ruido de la calle que no va a parar jamás.
Así que vas al psicólogo, claro que vas al psicólogo que no te medica pero te escucha, o vas al psiquiatra que no te escucha pero te medica. Estás mal y te gustaría estar bien, es de lo más normal.
Pero sentís que no le encontrás la vuelta. El tratamiento se alarga. Te ayuda a acomodar algunas tristezas, o te bajan las vueltas a rivotazo limpio para que puedas volver a dormir, o te vas dando cuenta que todo el mundo tiene problemas, que envejecer es eso, mantener algunos platitos en el aire mientras todos los demás se van cayendo, mientras los demás platitos de tu vida se hacen moco contra el piso y vos los mirás. Prioridades, prioridades.
Acá entro yo. Acá viene mi infinito aporte, mi refulgente, áurica ayuda, mi toque de magia. Para que estés mejor, para que te sientas cada vez mejor. Para que quizás incluso te cures.
Subí por las escaleras. Nada más, eso. Cuando vas al psicólogo, subí al consultorio por las escaleras. Despacio, a tu ritmo, al ritmo de una caminata lenta. Tienen que ser dos o tres pisos, si vas a un psicólogo que tiene un consultorio arriba de un tercer piso tenés que hacer la cuenta para subir como máximo tres pisos por las escaleras. Supongo que sabés sumar. Si sabés sumar es bien probable que sepas restar, también.
Subí por las escaleras, entonces. Entre uno y tres pisos. Llegás, pasás, y te sentás. Vas a ver que tus problemas te importan cada vez menos, mucho menos. Querés hablar menos, querés un vaso de agua y respirar un poco, con eso te arreglás.

pd. Podés no ir al psicólogo, podés subir un par de pisos por la escalera yendo a la casa de tu tía Berta, lo más bien.

3 comentarios:

Frodo dijo...

El mejor cuento de la literatura argentina empieza así, el Borges ficticio, el personaje de Borges decide no esperar el ascensor y sube al trote las escaleras, siente como una ventana abierta le lastima la cara...

Lo abrazo

Beauséant dijo...

Desde que he empezado a ir al trabajo en bicicleta veo la vida de otra forma, la mitad del camino me relajo pedaleando entre árboles, la otra mitad me siento morir dos o tres veces entre tanto coche. Así aprecio la vida y lo breve que resulta, me ayuda a poner en orden mi escala de valores...

Me has recordado a una canción, se gana la vida perdiéndola en la ciudad, su nombre suena a cementerio, lo sabías tan bien como yo...

Saludos

J. Hundred dijo...

*frodo! locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente, dijo el checho einstein. cuando uno decide no usar el ascensor y subir por las escaleras, ahí, ahí es donde todo puede mejorar. saludos.

*beauséant! por las cloacas va el hombre, por las calles marcha el ratón.. pero qué bien que estuvo mi viejo. punto para usted, y para los suaves desde ya. saludos.