30.7.22

Sensibilidad superior


Los hombres y las mujeres son diferentes. Ya está, ya te lo dije, quizás no lo sabías. Es antropomórfico y no es antropomórfico. O mejor dicho, lo antropomórfico tiene consecuencias que no son antropomórficas, y lo que no es antropomórfico tiene consecuencias antropomórficas.
Vamos a lo importante, a cosas de carácter definitivo. Vamos a la masturbación.
La mujer a la hora de masturbarse, a la hora de proporcionarse alguna suerte de placer sexual sin la intervención de la otredad, de otro humano. Bueno, la mujer no tiene mayores pruritos en buscar un objeto. Un consolador puede ser, claro, desde ya, o un zapato, o un control remoto, un estuche de anteojos, una botella, un envase de algo, un cartón de leche descremada larga vida, un paraguas, un palo de hockey, en fin, una cosa.
Pero el hombre a la hora de proporcionarse algo de placer sexual recurrirá, en el 97% de los casos, a su mano. Son excepciones y merecen ser tratadas como tal, los casos en que un hombre para masturbarse utiliza trescientos gramos de carne picada en un florero de tallo largo (buk dixit), o el pie de un maniquí. No es lo habitual, no es la norma, implica, por lo general, severos trastornos conductuales de quienes recurren a esos implementos, quizás podríamos decir mecanismos.
Y esto que acabo de expresar con prístina claridad viene a dejar en claro por qué el mamífero mediano de sexo masculino está dotado de una sensibilidad superior. La mujer sale al mundo a munirse del implemento, del artilugio que le permite de algún modo completarse. La búsqueda del hombre está revestida de un superior grado de existencialidad. Me atrevería a afirmar que es más sofisticada.

2 comentarios:

Frodo dijo...

Esto y cantar el tango "Amablemente" en el siglo XXI, lo mismo.
Lo abrazo, cada tanto es bueno saber de Usted

J. Hundred dijo...

*frodo! podemos incluso cambiar ‘amablemente’ por ‘trátame suavemente’. por decir algo, saludos.