18.1.14

Anestesia local


         Lo explico porque me parece que la monada todavía no lo entiende. Pero yo cada vez tengo menos ganas de andar por ahí, explicando cosas. Tengo que pagar las expensas, lavarme los dientes, ir al supermercado a comprar latas de atún La Campagnola en oliva y fideos Don Vicente. Así que lo explico una vez y no lo explico más.
         A ver, cuantas más cosas virtuales te pasan, menos cosas reales te pasan. A más virtualidad, menos realidad. Es una ley poética, pero también física. Quiero decir, funciona así.
         Pero qué cara de boludos que tienen todos, mamita. Bueno, agrego un poco, digo algo más.
         El invento no es malo, alguien se dio cuenta lo que estaba pasando, lo que se venía, y lo inventaron. El invento es perspicaz por cierto, me atrevería a decir que estamos en presencia de una perversa genialidad.
         Se dieron cuenta, si quieren primero en las ciudades del occidente capitalista civilizado, pero casi inmediatamente después en otras partes. Se dieron cuenta que vivir se volvió imposible, vivir perdió la gracia.
         Multitudes, hordas, empujando, desplazándose, tratando de llegar a alguna parte, corriendo detrás de algo, para después tener que volver, a sus casas, adonde puedan, hasta que no den más.
         El mundo se llenó de cosas, tampoco los voy a aburrir con eso. No hay más espacio, se cogieron hasta las nubes del cielo, cagaron en los ríos, pusieron antenas de teléfonos celulares en el culo de los delfines, y así. La materia tiene horror al vacío, creo que dijo Spinoza (o Didier Drogba), y seguro que ni sabía lo que estaba diciendo aunque ahí está, es parte del problema. De la enfermedad.
         Entonces se inventó algo, otra cosa, otro mundo. Virtual.
         Y vos pasaste a sentir que en verdad estás acompañada, que tenés doscientos treinta y siete amigos en el facebook, cuando tu marido no te dirige la palabra durante la cena. Detesta tu cara, la forma que tenés de mordisquear esa patética y acartonada milanesa de soja como si fueras un marsupial.
         O te hacés llamar ‘Jirafa Luminosa’, en el twitter, y te siguen, y seguís, pero si festejaras tu cumpleaños, o te murieras, no lograrías que vengan más de cuatro personas. No te conoce nadie, no interesa lo que te pase, si te compraste una remera o te cortaste el pelo, si juntás fotos de playas con aguas color turquesa o te tirás un pedo. Lo mismo da.
         Listo, entonces. Eso. Tenés que saber que no importa cuánta virtualidad seas capaz de agregar a tu vida, tu realidad no se modificará un ápice. Seguirás siendo la misma retardada de siempre, el mismo alérgico bobo amante de la pornografía y las bebidas saborizadas.
         Son carriles paralelos, vibran en diferentes planos. Lo virtual no modifica lo real. Y no, no sé qué tenés que hacer al respecto. Podés comprarte un perro, un perro práctico, un perro más o menos pequeño, o hacer un curso, un curso de algo, un curso de cualquier cosa. Podés no hacer nada, tampoco te daba para mucho más.

7 comentarios:

Mr. Kint dijo...

Cuando usted escribe cosas como estas y nadie pasa a mencionarle su genialidad, bueno, siento alguna especie de llamado interno, no sé si de carácter moral o meramente solidario, para entrar y dejarle un abrazo y una palmada y felicitarlo.

En este caso puede lo de a entender pero lo interesante de esta historieta sería avisarle a este hombre que ha intentado generar vivencias en ese mundo virtual, quizás como escape del otro mundo rutinario, hastiado y mundano, que ese otro universo que evade, el de las cosas, bueno, es tan ilusorio y engañoso como el virtual. "Maya" le dirían los hindúes. Ahí tenemos, el hombre adentro de una ficción que se desprende a otra ficción y así... En fin, nada nuevo le digo, nada que no se haya escrito al respecto pero quería compartirlo.

Ah, otra cosa. No sé si lo dije pero sus títulos de las entradas suelen ser brillantes.
Un fuerte abrazo.

J. Hundred dijo...

*mr. kint! el destrato que suelen tener para conmigo los lectores en particular, el mundo en general, se me antoja de lo más razonable. qué se puede hacer con un tipo tan genial como yo, sino odiarlo.
es, por otra parte, bien cierto lo que usted dice. se escapa de lo ilusorio a lo iusorio, de lo virtual a lo virtual. mire a qué punto hemos llegado, hasta la abeja es maya. le agradezco la cortesía de no dejarme tan pero tan solo. y lo abrazo.

Viejex dijo...

Me cago. Yo lo leí y escribí un comentario que decía más o menos lo mismo que dice el sr Kint, excepto la parte del sutil reproche a los otros lectores.

Lo debo haber dejado inconcluso y no lo envié (no le voy a echar la culpa a nadie, cuando la explicación más probable es mi propia torpeza)

Pero verdaderamente, decir como alegremente dice usted que sufre un destrato de parte nuestra, es una barbaridad, Hundred. Es usted un ingrato. Un genio, si, pero un genio ingrato.

Que le garúe finito, mi viejo.

Zeithgeist dijo...

La pucha! Y ahora que hago con toda mi popularidad???
Habra q joderse...

J. Hundred dijo...

*viejex! que nos vaya bien a todos.

*zeithgeist! su po-pu-la-ri-dad.. por dios bendito y la virgen que llora lágrimas de campari.

Anónimo dijo...

Hace tiempo no le comento aunque no me pierdo un solo capítulo de su novela. Me gusta además releerlo, ir y volver en el tiempo de sus palabras, y aquí fue dónde caí hoy. Que locura todo esto, lo saludo aunque no venga a mi funeral. B.A

J. Hundred dijo...

*b.a! si quiere que vaya, voy. le mando un retrospectivo abrazo.