El dicho, justamente, dice, eso de ‘perro que ladra, no
muerde’. Es un dicho popular, no hay que darle demasiadas vueltas al asunto.
Significa, el dicho, lo que quiere decir, es que perro, un
perro, que ladra, bueno, no muerde, o sea, no te va a morder. Podríamos decir,
entonces, que si el perro te ladra, te está avisando. Ahora, sería bueno saber
qué carajo te está avisando. Porque si no te está avisando que te va a morder,
puede que te esté avisando que tu novia coge con otro, o que tenés una goma
baja (el auto, no tu novia), o que Batistuta y Crespo pueden jugar juntos. El
perro te puede estar avisando muchas cosas.
Si el perro te ladra, para no morderte, estamos en presencia
de una criatura muchísimo más compleja de lo que suponíamos. Aquí también se
abren dos magníficas líneas de razonamiento. Una sería que el perro disfruta,
disfrutaría mucho con morderte, pero se priva, elige ladrar. Así como alguien
se priva de fumar o de beber, el perro sabe que morder le hace mal a la salud (a
la salud de él, a la tuya también, pero tu salud no tiene para él tanta importancia)
y elige cuidarse. Muerde sólo los fines de semana, ponele. La otra vía
argumental sería que el perro ha descubierto que le da mucha más satisfacción
ladrar que morder, algo así como los tipos que insisten en hablar de sexo todo
el tiempo en las oficinas, o que no paran de ver pornografía y de decir insinuaciones
a las chicas que pasan por la calle. Pero si la chica se detiene a escucharlos,
si la chica está, por decirlo de algún modo, predispuesta a interactuar, el
sujeto se aturde y huye, el sujeto no sabe cómo proceder.
También podemos estar en presencia de una fantástica
maniobra distractiva, una ingeniosa campaña de marketing. El perro ladra, para
que pienses que no muerde, y luego te muerde. El perro ladra y muerde, y se ríe
además, después de morderte, por lo tonto que fuiste. O te dice que te mordió por tu bien.
También, desde ya, habrá perros de lo más sofisticados, que
no ladran ni muerden. El perro no ladra, para que pienses que muerde, pero
tampoco muerde. El perro no quiere hacer un pomo, puede que el perro esté un
poco hinchado las pelotas o con ganas de tomarse un whisky. Al perro, en este
caso, le importa un carajo tu absurda existencia. El perro está en otra cosa.
10 comentarios:
Excelente texto, como ya nos tiene acostumbrados.
Comparto ambos razonamientos (y sobretodo el hinchamiento de pelotas).
Otra frase digna de análisis sería "no da puntada sin hilo"... Hay algo más absurdo que eso? A menos, por supuesto, que se trate del invisible "piolín de la felicidad" del cual ya nos ha comentado (pero eso, claro, sería otra cosa).
Le mando un amplio abrazo.
"Al perro, en este caso, le importa un carajo tu absurda existencia. El perro está en otra cosa". Brillante!
Alguien lo tenía que decir. El perro ladra porque ladra, porque no se pregunta si mañana vence la factura de gas o si tiene que llamar al del aire acondicionado para que le haga una recarga de gas.
Ladra, muerde y bombea porque es perro, y listo.
Un abrazo.
Intensa reflexión.
Un saludo
*manulisa! mis literarias capacidades, mi ingobernable talento, me han deparado a través de este medio una recurrente procesión de patadas en las bolas, alternadas con escupitajos en el rostro, según la preferencia, el gusto del visitante. ha sido esa mi magra cosecha, el fruto de mi afán, debe haber alguna cósmica explicación en alguna parte, una celestial lección que se me escapa en este momento, no me quejo. quizás sea por eso que su ‘amplio abrazo’ me resulta tan inusual, tan dulce. yo se lo agradezco.
*viejex! le cuento algo. hace algunos años, salí con una chica que se llamaba ana, y se llamaba laura, también. lo único que hacíamos, básicamente, era coger. cogíamos y cogíamos con inusual entusiasmo, con insólito frenesí. cogíamos como si coger fuera la cosa más importante del mundo. yo era una metralleta uzi, una escopeta a repetición, era joven, eso quise decir. y ella era, y sigue siendo, la mujer a la que más le gustaba coger que conocí en mi vida. porque acababa, quiero decir, se hacía sopa, tenía orgasmos de todo grupo y factor. si la cogía con la poronga estaba bien, si le metía los dedos o una pata de pollo estaba bien, si le metía la nariz en el culo, o le acababa en el cabello, o le frotaba las tetas con medio kilo de dulce de membrillo esnaola, ella estaba feliz. y, cuando volvía en sí, cuando recuperaba por decirlo de algún modo la conciencia después del acto en cuestión, solía decir algo. ‘todos los goles valen uno’, eso solía decir.
*mr. kint! lo importante es que el perro no ladra por lo que vos pensás. se puede aprender algo de eso, y extrapolarlo tantas veces como sea necesario. hasta que uno se canse de andar extrapolando por ahí, y decida comprarse un perro. un abrazo.
*angel! percibo, en su comentario, similar intensidad. 1saludo.
pocas veces he leido algo tan pelotudo pero se ve que tenés un público obsecuente.
Un perro muerto no ladra ni muerde.
*mangrullo! puede ser que yo sea, como usted afirma, un pelotudo. también puede ser que usted sea un pobre tipo. en ningún caso es excluyente, y en todos los casos desde ya, es opinable.
*guillermo altayrac! no tengo mayores dificultades en estar de acuerdo con su observación. ahora, eso sí, quizás me cuesta un poco más entender qué quiso decir.
Oh, que más vale perro en mano que perro mordido. Nomás eso.
Ah...me lo imagino convidando un whisky con queso cortado en cubos a su perro sofisticado y "obsecuente".
Abrazo.
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