Habíamos terminado el acto, quizás no esté mal denominarlo así, emplear ese término. Lo que se ha dado en llamar, porque de alguna manera hay que llamarlo cuando nos referimos a eso, ‘imaginación horizontal’. Habían sido veinte minutos, quizás una buena media hora de rocanrol.
Esperé un poco que me bajaran las vueltas, resoplaba como un jabalí. Entonces me senté, tengo una silla al lado de la cama, desde siempre. Suelo cenar ahí, mirando la televisión, no sé, soy así.
Me serví un whisky, y me senté, al lado de la cama. Ese whisky, sin hielo, sin nada, desnudo, después de, es un bello momento.
Ella se había incorporado un poco, usando un almohadón como respaldo. Me pidió fuego, encendió un cigarrillo, dijo.
–Estuvo bárbaro, estuvo genial –pitó–. La forma cómo me dijiste que fuéramos a tu casa, que ya habíamos hablado suficiente por ser la primera vez. Que teníamos que ir a coger, así, de una, que coger era importante para vos y debería ser importante para mí también, que ya seguiríamos hablando en otro momento. Coger es una manera de conversar, dijiste también.
Hizo una pausa, se rascó la nariz. Pareció que iba a estornudar, pero no estornudó. Me hizo un gesto para que le pasara mi vaso, probó el whisky, nada, mojó los labios nomás, y cerró los ojos, apretó los ojos bien fuerte. Me devolvió el vaso, siguió.
–Cogés bárbaro, no es la técnica, quién sabe cuál es la técnica correcta, lo que se nota es que te gusta coger. Sos muy grandote, apretás, apretás fuerte, esos brazos de oso. ¡Eso! Sos como un oso, ágil pero de movimientos lentos, indicando lo que querés sin hablar, empujando con las zarpas, dándome vuelta, o haciendo que me vuelva a poner de pie.
En la penumbra de la habitación se veía el azulado humo.
–Tenés la pija gruesa, eso es importante –dijo–, entrás y ocupás el espacio, me entendés lo que te quiero decir. Y le tirás a una la carrocería encima, una siente que sos todo el universo, que te coge el universo en ese momento, el universo quiere coger con vos. Y volvés a apretar, te gusta dominar, parece que vas a estrangular pero es un segundo, una siente la presión y aún así sabe que no le vas a hacer daño, que aplicás esa fuerza de la naturaleza, una fuerza que te desborda, pero no vas a lastimar, es algo muy hermoso porque no podés evitarlo. Y querés chupar, meter los dedos, morder, sos como un chico que no puede soltar su juguete preferido. Está bueno de verdad.
Terminé mi whisky, metí por un instante la lengua en el vaso, como un oso hurgando un tarro de miel.
–Mirá –dije–. Yo también hace mucho tiempo que no cogía. No es preciso sacar apresuradas conclusiones.
7 comentarios:
uffff sabés que pasa hay pocos cogen con la actitud de un aventurero.
La mesura está bien.
Con estos post está haciendo buena propaganda, eh?
Amo las cosas que escribis. Me quito el sombrero ante tus palabras..
Ditirámbica o no.......la parrafada de la mina no está mal escucharla de vez en cuando.
Es que ese día el protagonista la pasó a buscar en un BMW 135M-Sport Coupé. No coger por mucho tiempo no justifica un halago post-coital tan elaborado, a menos que existan "estimulantes" que hagan ver al muñeco más robusto y amerite la comparación con un oso de un físico con abundante tejido adiposo.
Mire, no sé si habra sido una conclusión apresurado o no. Lo que sí es evidente es que fue bien abundante en detalles. Elaborada. Se nota que la dama sabe lo que le gusta, y además lo reconoce apenas lo obtiene.
No sea tan intransigente, caballero. Otros estamos forzados a conformarnos con un lapidario '¿Ya está?', que nos remite indefectiblemente a nuestra propia conclusión apresurada.
Un saludo.
No le gusta convidar del mismo vaso...
Atte/
*alelí! me veo en la obligación de informarle que, para coger conmigo, hay que sacar turno con 30 días de anticipación. cada vez hay más gente desesperada ahí afuera, mujeres que precisan, aunque más no sea, alguito de mi luz.
*palabras al viento! justamente, aquella canción hablaba respecto a que puede dejarse el sombrero puesto. lo que equivalía a decir, que podía quitarse todas las otras prendas. gracias, y un saludo a la dulce de kim bassinger que me está mirando.
*dany! lamento tener que coincidir con usted, lamento más aún tener que darle la razón. es mejor escuchar la mencionada parrafada, a que te digan, al desplegar la gaviota: ‘qué, trajiste sólo la mitad?’.
*minita! que nos vaya bien a todos.
*yoni bigud! le comento una infidencia, total esto no lo lee nadie. en una oportunidad, tras un fallido coito con una mujer algo mayor, prácticamente me excusé sobre el ínfimo tamaño de mi perico, aduciendo que tal dificultad ya me había traído problemas en alguna otra lid. creí, como tantas otras veces, una correspondiente cortesía el reconocer alguna fabulada dificultad en mi persona. no me pareció de caballero el mencionarle, a la mujer en cuestión, que tenía la vagina del tamaño de una bolsa del supermercado disco (de las grandes), y de una similar textura. lo que le quiero decir, con mis tremendas dificultades expresivas, es que metí la poronga, y tuve la particular sensación de descubrir que la misma, la poronga, la mía, no rozaba con nada. sin ese antrompométrico contacto, concretar la fornienda se volvía un acto de inverosímil dificultad. coger de telepática manera es otra de las tantas facultades que se me escapan, quizás como el ejercicio de la literatura. un saludo.
*jorge! una cosa es que yo vaya y meta el hocico ahí, ahora, convidar de mi whisky es un acto mucho más íntimo, más privado. usted me va a saber entender.
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