Dicen los que saben que saltar en paracaídas provoca una sensación única, irrepetible. El caer desde tres mil metros de altura, caer y caer, sin nada que te sostenga, caer hacia la nada por un instante que está construido de la más pura de las eternidades.
Lo mismo me ha sucedido a mí, al abrir la puerta del pequeño placard, y descubrir que se me ha terminado el whisky.
Lo mismo me ha sucedido a mí, al abrir la puerta del pequeño placard, y descubrir que se me ha terminado el whisky.
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