6.8.05

Lo que quieras, menos plata

En medio de la insustancial conversación el sujeto se sinceró. El motivo del encuentro era que precisaba dinero. Hasta donde pude comprender, algo relacionado con una mujer, tener un techo, esas cuestiones. En cuanto se produjo la primer pausa para tomar un sorbo de café, me apresuré a dejar en claro que no existía la más remota posibilidad que yo fuera la persona indicada para satisfacer el requerimiento. Una vez descartado el tema de manera enfática, me ofrecí en cambio a hacerlo reír. Fui hasta el extremo más literal y dije ‘no pienso darte un peso, pero puedo hacerte reír’. Esto motivó que el sujeto abandonara el bar, no sin antes proferirme un insulto.
En la mayoría de las ocasiones, la gente no sabe lo que necesita. Y en las raras oportunidades en que lo saben, no me importa en lo absoluto.

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