10.5.24

Como vos querías


Es bastante gracioso. Es me atrevería a decir, divertido. Aunque por lo general nadie se ríe. Lo normal es que ya nadie se ría.
Es muy probable que no te salga nada, nada de lo que vos quieras. Es lo que pasa todo el tiempo, no hace falta hablar de eso.
Pero están también los que les sale algo, algo de lo que querían. Acá la cosa se complica.
Uno ve a alguien al que le salió algo de lo que quería. Y lo ve hinchado las pelotas también. Enojado, triste.
Y es que lo que querías cuando lo querías mientras lo querías, estaba revestido del fulgurante brillo del deseo.
Cuando lo tenés, si lo tenés, cuando llegás, se salpica de la fastidiosa realidad. A tu flamante Audi A4 se le clava la computadora en el kilómetro 193 y no, no vas a llegar a Cariló, y sí, el fin de semana largo va a ser bien largo. Andrea, la chica de la primaria por la que hubieras estado dispuesto a dejarte quemar los pelos de los huevos con un encendedor con tal de que bailara un lento con vos, uno solo, para tener algo que recordar por el resto de tu vida cada vez que llueva, tiene un flujo vaginal algo excesivo, algo fuerte, una sola gota de ese flujo sería suficiente para quemarte una baldosa del parquet. Y apesta.
Y así vamos viviendo. Los que no tenemos nada y cada tanto, por un acto reflejo, nos pegamos una vuelta por el bar de los anhelos. Y los que tienen algo, algo de lo que quisieron, y se quedan parados en una esquina cualquiera con la boca entreabierta, moviendo un poco las manos, tratando de comprender dónde doblaron mal, en qué esquina de la vida estaba la deliciosa trampa.

4 comentarios:

Alberto Arenas dijo...

La experiencia tan bien descripta por usted, Hundred, ha sido atravesada por mi existencia en varias oportunidades (mas de las que desearía)
El bar de los anhelos, sería un gran título para un libro. Lo saludo con sana camaradería.

J. Hundred dijo...

*alberto arenas! no me queda claro si estamos hablando de la experiencia que atraviesa su existencia, o si se refiere usted a la experiencia que le atreviesen el parquet que con tan quirúrgica precisión menciona el texto. en cualquier caso, yo le agradezco la empatía. saludos.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

El bar de los anhelos. Coincido con que es un buen nombre para un libro.

Con tal de que se haga realidad ciertos deseos, está bien afrontar los inconvenientes. Y no me refiero al deseo de un auto sofisticado.

Saludos.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! usted nos recuerda aquel bello adagio, eso de ‘un pelo de concha tira más que el precio del parquetista’. saludos.