Se cuenta entonces que el Buda se iluminó cuando al lograr escapar de su palacio en el que había sido criado y vivía como un príncipe, siendo ya un adolescente escapó un día del palacio, con un amigo. Y recién ese día, en un paseo, descubrió, pudo ver, la vejez, la enfermedad, la muerte. Al parecer, ese primer contacto con la muerte lo perturbó de peculiar manera.
‘¿A todos nos sucede esto?’, preguntó el Buda, que todavía no era el Buda. Y el amigo que lo acompañaba le explicó que sí, que todas las personas envejecían, todas las personas enfermaban, todas las personas se morían.
Si esto es todo lo que hay, si es así como sucede, entonces nada tiene sentido, dijo el joven. Y decidió buscar otro camino. El camino que lo llevaría a la iluminación, justamente. A trascender.
En lo personal, este último tiempo no hago otra cosa que ver vejez, enfermedad, y muerte. Pero no se me ocurre nada, no me ilumino ni un cachito.
No sé, mostrame un poco las tetas o haceme una paja. Y servime más whisky si sos tan amable.
2 comentarios:
Me parece una reacción válida.
Si no sirve para encontrarle sentido, permite no pensar en eso.
Saludos.
Cada vez que usted remata sus historias de esta manera, lo imagino con camisa hawaiana.
Abrazo
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