10.6.19

Chinchin


Te va a pasar lo siguiente. Tenés que tener más de treinta años, eso sí. Antes de los treinta años podríamos decir que sos un géiser, el avión va para arriba. La finitud es un concepto que no se te pasa por la cabeza.
Lo que te va a pasar te puede pasar un día de semana, un miércoles a la noche durante el partido de fútbol que jugás, sí claro, con los muchachos. O te puede pasar manejando el automóvil, tu automóvil, como todos los días cuando salís del trabajo y te volvés para Escobar. Quién carajo te habrá dicho que era una buena idea irse a vivir a Escobar. O te puede pasar, incluso cogiendo, cogiendo con tu señora, en mitad del asunto, bombeando sin excesivo interés, sintiendo una leve lumbalgia que amenaza con pararse en dos patas y transformarse en cuadriplejia pero aún así dispuesto a cumplir, bombeando porque fuimos puestos sobre la tierra para coger y porque la función hace al órgano y como dijo bugs bunny eso es todo amigos.
Lo que te va a pasar es que vas a escuchar una campanita. Aunque en realidad no es exactamente una campanita pero podría confundirse con el sonido de una campanita. Es, no sé cómo corno se llama el instrumento, en el colegio primario le decíamos ‘chinchin’. Son dos platitos de metal, no sé de qué metal, de bronce supongo, pequeños y unidos por un cordel. Sostenés el cordel en una mano, con dos o tres dedos, y hacés chocar los platitos, de costado, entre sí. Chinchin.
Y te vas a dar cuenta que la vida en general, tu vida en particular, no tiene el menor sentido. De pronto te das cuenta que no te interesa, que incluso no serías capaz de recordar por qué alguna vez te interesó, tu trabajo, el partido de fútbol con los muchachos, tu mujer.
Es eso, un chinchin y todo se desmorona. Estás perdido en el medio de la vida y no sabés cómo vas a hacer para seguir, tampoco tenés adónde volver. Lo construido, lo que sostiene tu absurda existencia, ya no tiene la menor importancia. Curiosa sensación, simpática y aterradora a la vez.
Ahí estás vos, sos eso. Toda tu vida fue para eso aunque puede ser que no lo veas así.

9 comentarios:

WOLF dijo...

Después de los cincuenta es peor... Ni el "single malt" ayuda... Lo saludo con afecto

Nacho dijo...

Llegué tardísimo a la entrada anterior pero llego temprano a ésta. Dios te da, Dios te quita.

Como no se me ocurre ninguna introducción ingeniosa para esto (más que obviedades como «oh, lo que son las casualidades»), lo voy a decir sin más: vivo en Escobar, don Hundred. Y no, no nací ahí: me mudé porque mi novia es de esos pagos. Yo soy de San Justo (la otra punta, sí). Por suerte, si bien trabajo en Microcentro y uso el transporte público, hago teletrabajo (o como lo llaman ahora: «home-office) tres veces a la semana.

Y agradezco lo genial de la entrada parafraseándote a vos (¿te puedo tratar de vos?): «lo que hacemos en la vida tiene la importancia de un pedo en una tormenta».

¡Abrazo!

Dany dijo...

Alguna cosa de la que aferrarse queda por ahi. El asunto es verla a tiempo
Abrazo

J. Hundred dijo...

*wolf! estimado, el otro día me tomé un glenkinchie 12y, y por un momento sentí que había un Dios bueno y misericordioso. después al rato se me pasó, usted me va a saber entender. lo abrazo.

*nacho! permítame reforzarle un concepto, a veces, a pesar de poseer el don de la elocuencia, no llego al nivel de potencia expresiva que me gustaría. si usted vive en escobar, o si se coge un pato de madera antes de volver del centro a su domicilio, bueno, cómo decirle, es exactamente lo mismo. lo abrazo.

*dany! nacemos con los puños apretados, nos vamos con las manos abiertas. no, ya sé, no tiene nada que ver con nada, pero tenía ganas de usar la frase. lo abrazo.

Diego dijo...

La gente había caido en las trampas. La gente estaba desesperada y a la defensiva.

¿Qué es peor? ¿Escucharlo y no saber qué hacer? ¿Escucharlo y no hacerse cargo?

Le dejo un respetuoso abrazo.

J. Hundred dijo...

*diego! estimado, su pregunta es por demás pertinente. y como casi todas las preguntas, contiene en sí misma la respuesta. por aquello de ignorance is bliss, quizás lo peor es escucharlo. dicho sea de paso, yo la crisis de los cuarenta la tuve a los once. lo abrazo.

Frodo dijo...

Yo los llamaba toc-toc, claro... en mi colegio los tenían de madera.
Su genialidad es increíble, pero este escrito llega en un momento crucial. Estoy escuchando el sonido de truenos, uno tras otro, que bien pueden ser el toc-toc de Zeus. Tengo que cambiar de vida, y no me animo a pegar el salto, o bien puedo aceptarlo todo...

En fin: todos los toctoc, el toc toc

présteme su hombro que lo abrazo lagrimeando

José A. García dijo...

Nadie quiere vivir en Escobar, pero tampoco nadie quiere irse. Por las dudas.

Saludos,

J.

J. Hundred dijo...

*frodo! usted confunde el chinchin con el toctoc. lo importante es que algo suena y tenemos que cambiar de vida, eso sí. después viene la parte donde descubrimos que no podemos cambiar de vida, pero eso es en silencio. lo abrazo.

*josé a. garcía! parece que la experiencia más satisfactoria es la de no ser. pero queremos estar ahí para ver de qué se trata. lo abrazo.