20.9.18

Malas noticias


–Hola.
–Sí. –Dije.
Debían ser las doce y veinte de la noche, raro que sonara el teléfono en casa, y esa hora. Raro que sonara a cualquier hora la verdad, yo después de las diez de la noche me marchitaba como un ficus. Me despertaba a las tres o a las cuatro de la mañana, sabía que no era bueno, que me convenía acostarme un poco más tarde o dormir más o las dos cosas, pero no me salía.
–Se murió Fleco. Bah, lo mataron.
–¿Eh? –dije–. No puede ser.
–Sí, boludo. Salieron a hacer un laburito, les dije que no salieran. Les dije que no salgan con lluvia, con lluvia todo se pone raro.
–Sí –dije–. La lluvia es jodida.
–Pero salieron igual, con el Toti. Master en la otra moto.
–¿Master? –dije.
–Sí, a mí tampoco me cabe el pibe, pero los chicos lo quieren. Dicen que no es que se cree importante, es callado nomás.
–No sé –dije.
–Siguen a un BMW que salió de un restaurante en puerto madero. Lo siguieron hasta Vicente López. Un tipo medio veterano con una minita. Y cuando van a entrar al garage de la casa se baja el Fleco y no sé si la piba gritó o qué pero el tipo dio marcha atrás con todo, y al boludo de Master se le cayó el fierro.
–¿Se le cayó? Es joda.
–Sí, se ve que se abatató o algo. Y el tipo tuvo tiempo de hacer una maniobra rara y lo pisó al Fleco.
–No te puedo creer.
–Así como escuchás, el auto lo pasó por encima y le partió la columna. Y el Toti trababa de levantarlo al Fleco del piso pero se le desarmaba todo, le salía sangre por todos lados. Y este pibe, Master, vio que venían de la garita corriendo y se rajó. Dejó a los pibes, dejó el fierro, dejó la moto y se fue corriendo.
–Pero qué pelotudo.
–Ya lo vamos a agarrar, ya vas a ver, me están averiguando en el barrio. Pero mataron al Fleco, entendés. No sé, pensé que se lo podías ir a decir a Julia vos.
–¿Yo?
–Sí, ustedes siempre fueron tan amigos. Vos sos como un hijo para Julia, sos el único que se lo puede decir.
–No sé –dije–. La voy a destrozar. ¿Dónde está Julia?
Hubo una pausa.
–¿Beto?
–¿Eh? –Dije.
–Sos Beto, ¿no?
–No, la verdad que no. Debés haber marcado mal.
–¿Y para qué me dejás seguir hablando, forro?
–No sé, me enganché con la historia. Pobre Fleco, te digo la verdad.

*puede que me repita un poco, puede que mejore. dejémoslo estar.

9 comentarios:

Juan Sebastián Olivieri dijo...

¡Excelente!

WOLF dijo...

Variaciones... Variaciones... Todas buenas por cierto.
Lo saludo con la alegría del regreso...

Jorge Aureliano dijo...

Jajajaja que buena entrada!!!! Genial Juan!

J. Hundred dijo...

*juan sebastián olivieri! vamos che! canten, forros! no sé, quise transmitir entusiasmo yo también. lo abrazo y le agradezco.

*wolf! qué dice, perdido. pensé que ya se habían ido todos. lo abrazo.

*jorge aureliano! como diría cortázar: todos los flecos, el fleco. lo abrazo.

José A. García dijo...

Junio de 2002, la última vez que atendí un teléfono de línea. Desde ese momento lo tengo siempre desconectado, lo conservo solamente para tener internet y porque no hay otra opción en mi zona.

Terrible historia, suena a algo que podría pasar. Me refiero a la reacción del que atiende.

Saludos,

J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! junio 2002? la argentina se había prendido fuoco si mal no recuerdo. quiero decir, quizás no era que usted no atendía el teléfono, quizás no le sonaba, quizás la monada se había ido comiendo los cables. momentos de extrema pureza. lo saludo.

Camila dijo...

Siempre da gusto entrar a su blog y leerlo, señor Hundred. Siento que debería dejarle comentarios en todas sus entradas, pero ciertamente no me saldrían más que adulaciones que al poco tiempo se tornarían repetitivas.
Maravilloso relato, lo felicito.

Camila.

J. Hundred dijo...

*camila! usted es muy generosa conmigo. la abrazo.

Frodo dijo...

Como diría George Harrison viendo a Los Borbotones, esto ya se ha visto.
Igualmente esta es una reencarnación mejorada de la historia. Espero no sea el Fleco careta que andaba con el Dr. Miroli

Le mando un abrazo genio.