24.7.16

Un paseo por la montaña sagrada


Cuenta la leyenda una situación, podemos llamarlo anécdota si querés, pero que tiene pinceladas de semblanza, de mensaje.
Estaba el inapelable sabio, el sagrado gurú de la India, quizás el más venerado de todos y con razón, capaz de transmitir la beatitud misma a través del silencio, por el mero poder de su presencia.
Vivía el santo junto a la montaña sagrada a la cual había llegado siendo un adolescente y de la cual ya no se apartaría a lo largo de toda su vida. Se limitaba a ser, a estar presente durante todo el día, mientras miles de fieles de todas partes del mundo iban con el único objeto de verlo aunque fuera un instante, sentir su luz. Se cuentan historias, milagros, y están los diálogos traducidos para quienes deseen saber lo que allí ocurría, de qué se hablaba. Cada palabra de aquel hombre era una perla, la más pura luz que iluminaba el camino. Y la mirada de ese hombre puede verse en algunos retratos, parecía contener todo lo bueno de este mundo.
Dentro de su rutina, el hombre se levantaba tempranísimo para dirigir y ocuparse de las tareas de la cocina. Minucioso y excelente cocinero, atento a cada detalle de las comidas que se servían, a todos por igual, en el ashram.
La otra actividad que se permitía, una vez al día, era un paseo. Una caminata, por la mañana, alrededor de su sagrada montaña. A eso quería llegar.
En uno de sus matinales paseos, volvía el sabio cuando vio la siguiente escena. Era la temporada de lluvias y a orillas de una pequeña laguna había un sapo siendo devorado por una serpiente. Se detuvo un instante a observar. La serpiente había logrado atrapar al sapo, y lo había engullido hasta la mitad. Pero, parecía haberse atragantado, no poder concluir la faena. Mientras el sapo, preso e inmovilizado, continuaba aún con vida. Con esa muda desesperación que suelen tener los animales ante situaciones de carácter definitivo.
¿Qué hacer? No podía matar a la serpiente, el sabio, porque sabía que lo sagrado habitaba en todas las cosas. Y además, la serpiente había hecho lo que estaba en su instinto, proveerse de alimento. Tampoco podía el sabio liberar al sapo. Si lo liberaba, el sapo, ya comido hasta la mitad, tampoco sobreviviría.
Decidió entonces seguir con su camino, el gurú. Dejar que las cosas fueran resueltas por la naturaleza.
Ahora bien. Cuando llegué a casa el martes del trabajo, bastante más temprano que de costumbre, y te encontré boca abajo con mi mejor amigo encima, rompiéndote el orto con toda seguridad, tal suele ser tu afición querida Mónica, como tanto te gusta. La verdad que pensé por un instante, si matar a mi mejor amigo de un botellazo en la cabeza, o si gritar e intentar separarte de algún modo, pero se me antojó que no sólo no mostrabas excesivos deseos de ser liberada, sino que estabas siendo, como podía apreciarse, intensamente bien cogida. ¿Qué hacer?
Así que les saqué una foto con mi teléfono celular y se la envié a tus familiares y seres queridos, a todos los que te conocen podríamos decir, a vos, querida Mónica, y a él, que también es casado.
Porque yo seré un pelotudo desde ya, un cornudo, lo que ustedes quieran. Pero nunca me sentí un gurú, un santo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay un elemento, que tiene que ver con el azar, que no puedo desconocer acá, en ese relato, y es anterior al análisis de lo que pasó: tuvo tanto el santo como ud la mala (?) suerte de cruzarse con el evento. Ahora hay muchos sapos siendo deglutidos por serpientes, y muchas Monicas siendo intensamente cogidas por mejores amigos, casados ellos, del marido de la susodicha. Y otras cosas, me circunscribo al relato. Pero no son vistos y como tal, no es necesario decidir al respecto. Podría alguien preguntar, revoleando el poncho de la ética: y la verdad? Y la verdad!? La verdad no tiene remedio.
Lo que quiero decir es que nunca, nunca, evitemos el mal momento, por favor, hay que llegar temprano sin avisar antes. Uno se expone a la fatídica tarea de tener que decidir al respecto después. Y salvo que seas el santo, ese que describiste, no hay manera de salir ileso de eso.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Lo que dice plantear una historia y desembocar en otra, con una salida completamente opuesta.
Es lo que hace interesante el contar una historia.

J. Hundred dijo...

*anónimo! quizás el proceso madurativo no sea mucho más que el pasaje de ‘querer saber’, a ‘ignorance is bliss’. usted dice ‘ileso de eso’, buen nombre para una banda de jazz. lo saludo.

*el demiurgo de hurlingham! bioy dijo ‘vivir es distraerse’. hay gente que juega al candy crush, también.

Dany dijo...

Esos seres que despiden luz.......y no salen de al lado de la montaña no conocieron a Mónica (que ha vuelto por estos pagos). Abrazo.

J. Hundred dijo...

*dany! lamento tener que admitirlo pero el culo de mónica, bueno, es lo más cerca que yo he estado de la montaña sagrada. lo abrazo.

Agustin dijo...

Porque no sumarse a la fiesta? la hubieran pasado todos bien.