6.3.15

Más allá


Cómo te cuento esto, a ver.
Héctor tenía, en el brazo derecho, un muñón. O sea, no conozco los términos técnicos, no soy médico. El brazo, el brazo derecho, el brazo derecho de Héctor, terminaba justo en la muñeca. Un accidente, un trágico e inconcebible accidente cuando Héctor no tenía todavía dos años de edad. Su madre se había distraído hablando con una amiga en una carnicería del barrio de Balvanera. Apoyó al bebé sobre el mostrador, el bebé gateó. Estaba encendida la cuchilla esa que usan los carniceros. No hace falta excederse con los detalles. Basta con decir que Héctor perdió una mano, eso lo marcó para siempre. Todavía hoy, casi cuarenta años después, los días de lluvia, la mano, esa ausente mano, le pica.
De alguna forma pudo seguir adelante, Héctor, con eso que podríamos denominar su vida.
Alicia venía de una historia de constantes abusos. La violaba su padrastro, desde que era una nena, y lo siguió haciendo durante varios años. La pellizcaba en sus ínfimas tetitas, la manoseaba, hacía que la nena lo masturbara, y luego seguía lo demás. Alicia, durante la cena, miraba a su madre, sabía que su madre sabía. Pero no hizo nada, su madre, una mujer débil que se pasaba el día fumando, no había trabajado jamás en su vida. Se fue de su casa a los quince años, Alicia. Detestaba a los hombres con todo su ser, se hizo prostituta, vivió un tiempo en Entre Ríos. Después heredó una casita de una tía, y pudo dejar de a poco esa vida. Estudió enfermería. No se casó ni tuvo hijos. Le gustaba ir al cine los sábados, a la primera función, antes del mediodía. Tenía un perro, tenía una amiga.
Se conocieron, Héctor y Alicia, en el hospital. Una noche que Héctor pensó que estaba teniendo un infarto. Había tenido un disgusto con un socio por un tema de dinero, pensó que se moría.
Héctor la pasa a buscar, a Alicia, los viernes, por la guardia. Van a un hotel que queda sobre la calle Río de Janeiro. Alicia se sienta contra el respaldo de la cama y sin quitarse la bombacha, corriéndola un poco de costado, se mete, bueno, el muñón de Héctor, en la vagina. Se queda así un rato largo, con los ojos cerrados. Después Alicia le chupa, a Héctor, la poronga, lo hace eyacular. Duermen abrazados. Al día siguiente desayunan, conversan sobre alguna generalidad, se despiden con un beso en la mejilla.
Y nada más. Hay historias algo sórdidas por cierto, donde se alcanza a percibir un orden que va mucho más allá de nuestras módicas capacidades de comprensión y raciocinio. Son las historias que me gustan a mí.

4 comentarios:

Laura B. dijo...

Y ciertamente a mí. No hay mejor forma de salir al mundo un viernes luego de levantarse y leer esto, y empatizar con el amante y con la mujer que se mete el muñón de su amante en la vagina.
Besos le van, Juancito

Mr. Kint dijo...

Usted me puede cuando se hace el obsceno tirándonos en el paño una historia de estas al tiempo que va "pintando" los naipes sugiriendo algún escondido orden cósmico que no alcanzamos a dilucidar. Se convierte en una especie de amalgama entre Houllebecq y Carl Sagan (me emociono cuando recuerdo al bueno de Carl con ese peinado de playmobil sin flequillo parado sobre ese escenario de infinitud universal).

Lo felicito. Lo abrazo con calidez.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Tienen en común tragedias, por culpa de sus madres. Al menos se encontraron. Y seguramente se trataran mutuamente mejor de lo que fueron tratados.

J. Hundred dijo...

*laura b! hacía tanto que alguien no me entendía que casi no recordaba cómo es, qué se siente. alto, alto, una cosa más! (por favor, retírese un momento, dese vuelta, usted no escuche).
a ver, manga de forros horribles, vayan un ratito aunque sea al sitio de la signorina laura b. vayan y lean unos poemas redondos como pomelos, llenos de fuerza, de luz. poemas que te dan ganas de caminar bajo la lluvia, y de abrazar a un perro. por aquello de ‘una cosa bella es una alegría para siempre’, vayan y lean, y dejen que las palabras les acaricien sus putrefactas almas. lean el poema que habla de la fragilidad, lean el poema que habla de subirse al ring del amor. vayan, lean.
bastantegenial.blogspot.com

*mr. kint! vuelvo a leer, el fragmento que escribí. y me doy cuenta que es tan bueno, tan genial, lleno de insólitos matices, que me sorprende que prácticamente nadie se de cuenta. ‘ampliación del campo de batalla’, ‘las partículas elementales’, a quién no le hubiera gustado poder escribir algo así. libros que alcanzarían para redimir una vida. usted, tal es su costumbre, me sobrestima. pero hay tanta gente que me subestima que bueno, no está mal que alguien se dedique a compensar. lo abrazo y le agradezco.

*el demiurgo de hurlingham! quedamos así.