20.9.06

No llueve

Bajo el sol. Esperando que un semáforo, una convención cromática, lo autorice a cruzar la avenida 9 de Julio, hay un hombre. De impecable traje, moño algo torcido, zapatos recién lustrados. Tiene el cabello blanco y alborotado.
Es delgado, mayor. Muy mayor.
Sostiene un paraguas, abierto, por encima de su cabeza. Parece cobijarse aunque sin impaciencia ni temor.
–Disculpe –digo, y señalo con un índice el artilugio–. No llueve, hay sol.
–Le agradezco –me responde con una ínfima inclinación de cabeza, y vuelve a fijar su vista al frente–. Pero esa es su opinión. Yo tengo la mía.

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