10.6.22

Cada día


Empezó como una casualidad. Me había quedado sin trabajo y me di cuenta que me iba a volver loco. No dejaba de ser curioso, uno se pasaba la vida quejándose de todos los sinsabores de la vida laboral, pero te dejaban tres meses en tu casa y estabas para pegarte un tiro en las rebolas.
Creo que me di cuenta una mañana después del café, que me había servido un whiskicito, supe que tenía que hacer algo. Empecé a bajar a caminar, me ponía un jogging y salía. Caminaba por el parque una hora y después me sentaba a fumar un cigarrillo viendo a los perros. Al rato cuando volvía a mirar todavía faltaban un par de horas para el almuerzo, el día no se me pasaba nunca.
Abrí una cuenta de instagram, me enseñó un amigo. Con el pretexto de leer alguna noticia, enterarme cosas que llegarían más tarde a los diarios, poder comentar algo, sentirme conectado sin saber muy bien a qué.
Y fue de casualidad, dije. Me saqué una foto. Con el celular. Una foto en primerísimo plano, del dedo gordo de un pie. Y la subí a mi cuenta. Puse ‘día 1’. Y la foto, para practicar nomás.
Al día siguiente repetí el procedimiento. Me saqué una foto, esta vez de una oreja. Casi desde adentro de la oreja, de tan cerca. Puse ‘día 2’.
Y así siguió. Todos los días me sacaba una foto y la subía. Empecé a tener ideas. Una foto de medio tomate sobre la palma de mi mano. una foto de mis huevos y en el lugar donde debía estar la poronga una banana, una banana comprada en la verdulería tapando la poronga. Una foto de un plato con arroz blanco recién hervido y mi mano hundiéndose en el arroz, encima. Todos los días una foto de una parte de mi cuerpo, con algo más, un lápiz faber 2b en el culo, un alfajor fantoche triple aplastado bajo la planta de mi pie derecho.
Al poco tiempo tenía más de setenta y dos mil seguidores. La gente me mandaba mensajes para felicitarme, me escribían mujeres, chicas jóvenes que me decían que querían conocerme. Me escribieron de una universidad para que fuera a dar una conferencia, me contactaron editores para que hiciera un libro de fotografías.
Yo había leído a Joyce y a Thomas Mann, tenía estudios universitarios y de posgrado, me había pasado trabajando unos buenos veinte años sin haber logrado mucho más que una modesta supervivencia. Ahora me ofrecían sexo, dinero, viajes a distintas capitales de Europa.
No dejaba de ser curioso, me pareció prudente no cuestionarme demasiado.

4 comentarios:

Frodo dijo...

Me gustaría creer que la metáfora no es tan cercana a la realidad.
Lo abrazo

J. Hundred dijo...

*frodo! no sé de qué estamos hablando. pero tampoco estamos hablando. saludos.

Lanita dijo...

A mi me pareció prudente ir a buscarlo a Instagram para ver la foto del lápiz faber 2D en el culo, ver qué tan profundo estaba. En fin… me alegro que siga “bien”. Saludos

J. Hundred dijo...

*lanita! es bueno ver dónde pone usted, ejem, el foco. nos habla mucho de sus, podríamos decir, áreas de interés. la saludo con cariño.