27.4.10

El perro y el palo

Si alguna vez tuviste un perro. O no es necesario que se trate de tu propio perro, no hace a la cuestión. Si alguna vez jugaste con un perro, cualquier perro, un perro mediano, pongamos, un perro standard, un perro atorrante y bigotudo. Si jugaste con un perro en un parque o en una plaza, bueno, uno de los juegos más tradicionales, no digo el único pero sí una excelente manera de empezar, es el de jugar, con el perro, y con un palo.
Es todo lo que se necesita, el perro, el palo, vos, y algo de espacio. Uno debe mostrarle un poco el palo, al perro, pasarle el palo por la cara para ser más preciso. Eso hará que el perro, no podrá resistirlo, quiera morder el palo. El perro disputará el palo, no podrá evitarlo, está en su naturaleza.
Entonces uno debe levantar el palo, y arrojarlo tan lejos como sea posible.
El perro correrá en busca del palo, esto es un hecho, es la parte donde el perro consigue el protagónico. Correrá y correrá, saltará, se meterá al mar si es necesario (no suele haber mares en las plazas de Buenos Aires, tampoco en los parques, es una imagen para fijar los conceptos, una licencia poética), en fin, lo que sea. Y volverá con el palo. Para que usted se lo quite de la boca, lo agarre. Aquí termina lo que podríamos denominar una vuelta. Y el juego comienza, otra vez.
Mientras usted ha recuperado la posesión del palo, el perro será todo deseo: los ojos a punto de salirse de las órbitas, la lengua flameando como un banderín, el animal dando brincos muy por encima de su capacidad de comprensión y análisis (la suya, la del perro también). Luego usted lanza el palo, el perro corre, recupera el palo, vuelve con el palo. Y así.
Ahora bueno, si usted sostiene el palo en alto, bien alto, el brazo extendido, apuntando al cielo. Y deja de moverse. No hay amagues ni sonrisas ni movimiento alguno. Cuando el perro comprende que, por motivos ajenos a su voluntad, el palo se ha clavado allí en lo alto, lejos de su alcance, y que ni sus ladridos ni sus brincos harán que nada suceda.
Entonces el perro, algo en lo profundo de su perruno ser, comprende que no hay más juego, que el juego así no tiene gracia. El perro da media vuelta y se va. No importa que usted lo llame por su nombre, que baje el palo otra vez, que se disculpe o se ponga en cuatro patas con el palo en la boca o en el culo. El perro no juega más. Se han violado ciertos códigos y no puede haber más juego.
Ya sé, cómo no saberlo, resulta claro hasta el paroxismo, evidente hasta la extenuación, hablar conmigo es quizás la cosa más interesante que te pasó en la vida. Pero si no cogemos un poco, no cuentes más con eso. Aburrís, mamucha.

11 comentarios:

Jazmin dijo...

Que sea más que un poco. Para compensar el aburrimiento inicial, digo.

No sé para qué digo. Si no es asunto mío.

Otro sí digo: yo pediría mucho más que un poco.

LeO dijo...

Mire, yo no quiero ser exigente, pero estoy con el palo en alto hace una semana y escribo esto con las pocas fuerzas que me quedan con la mano libre.

Sería tan amable de indicar cuándo debería bajar el palo?
Una semana está bien?
Hasta que alguien me ofrezca coger?

Yoni Bigud dijo...

Uno pronuncia las palabras, las distribuye diría, con una intencionalidad determinada. Riega el paño a la espera de que alguna vez canten su número. La contraprestación es un asunto de la máxima importancia, y por desgracia no siempre se entiende. Los regalos se dan en los cumpleaños, en la navidad. En reyes quizás.

Yo creo que el sexo no llega, la mayoría de las veces, como un premio a esas palabras. Forma parte de otro juego. Lo cual es una verdadera pena.

Un saludo.

Viejex dijo...

Pero entonces el perro corre porque se lo quiere culear a uno? Las cosas de las que uno se viene a enterar, que mundo loco!

Anónimo dijo...

Lo único que importa es coger parece.-

Jazmin dijo...

Una de las moralejas parece ser que es mejor aprovechar el palo cuando está disponible...

Como eufemismo perruno, claro.

Lara dijo...

Bien por el perro! Si no tiene gracia el juego... para que jugar? No reprocha, no muerde... simplemente se va.

Coneja dijo...

perdón, pero seguro que el que más c*** acá, es el perro.

por eso se va y no vuelve hasta tarde. porque después, aparece.

J. Hundred dijo...

*jazmin! digo coger un poco porque me pinta la magnanimidad. no creo que haya manera, mediante lo que alguna vez se ha dado en llamar ‘imaginación horizontal’, para compensar tanta regalada magia, cosa que tampoco pretendo. se trata de ver alguito de predisposición, para mí la predisposición es un milagro comparable a la multiplicación de los peces y los panes.

*leO! una semana con el palo en alto, yo no sé si alguien le va a ofrecer coger, pero podría ganarse la vida tranquilamente en el circo sarrasani.

*yoni bigud! ha estado usted, en esta simpática ocasión, agudo y mordaz. el sexo no llega como un premio a las palabras, de más está decirlo. sucede que alguna extraviada se fascina con un módico fragmento de mi autoría, no puede creer lo genial que soy, lo preclara que le resulta mi verba, mi lumínica potencia expresiva que le da a su vida algún significado, para inmediatamente después subirse a un ajeno audi a4 (a veces azul, por lo general negro) y mamar con rutinario y un poco impostado frenesí alguna verga quizás no demasiado enhiesta, quizás excesivamente peluda. a mí me parece que no estamos en presencia de poética justicia ninguna, pero sí alcanzo a percibir un universo donde los planetas respetan rigurosamente los trazados senderos de sus órbitas, un universo donde prima un quizás algo impiadoso, pero no por eso menos rústico y particular orden. un saludo.

*viejex! mire, yo no sé si el perro corre porque -sic- se lo quiere culear, lo que yo le digo es que si usted ve venir, por ejemplo, un ovejero alemán, corriendo, con la metáfora bien parada, bueno, intente parapetarse en algún lado. ya lo dice el refrán: ‘viejex que no se deja culear, sirve para otro blog’.

*

*jazmin! con el cariño y el respeto que le tengo, yo le recomiendo que sea criteriosa, que no abuse de la moraleja. sucede, a veces, que entre eufemismo y eufemismo, alguien puede revolear algún pijazo.

*lara! sí, un aplauso para el perro.

*coneja! no sé si el perro es el que más c***, pero su enfoque no deja de resultar perspicaz, en tanto, como cualquier perro sabe, después de c*** es de lo más normal que se haga tarde, que uno vuelva, que tenga, por ejemplo, ganas de comer unos agnolottis de ricotta y nuez con oliva y pimienta, tomar un vaso de vino rojo de mediana calidad, buscar con cierta vehemencia el queso rallado en la heladera, si había, si yo compré la semana pasada.

*j. hundred! es curioso, en esta oportunidad, su precario fragmento, su limitado balbuceo, no generó la clásica visita de las mamuchas que aburren. sucede entonces que brillan, que no pueden hacer otra cosa que brillar, por su ausencia.

Mr. Kint dijo...

Muy bueno lo suyo, como siempre.

No soy una mamucha (aunque sí aburro), me vi en la necesidad de modificar el nombre dados los incovenientes que ha suscitado el anterior apodo debido a su género femenino.
Nunca tuve perro. Pero a mí siempre me gustaron los juegos no muy extensos, los perros grandes y las mujeres bien pu***.
Cuestión de gustos, vio?

Lara dijo...

Es que el perro no está jugando... el perro hace lo que le dicta su instinto. Ahora bien, ese humano que deja el palo en alto, sin moverlo, qué busca? lo que sea que busca con su cambio en el circuito tiro palo me lo traés: al perro simplemente no le provoca nada. Él, el perro, no jugaba, para decepción de todo aquel que alguna vez creyó que jugaba junto a su perro.El único que juega es el que lanza, el perro no.