23.8.09

Solo, y mal acompañado

Me molesta la gente que habla muy fuerte en un bar o en un transporte público, con alguien en persona, o por teléfono. Me molesta la carita que ponen cuando gritan por un teléfono celular barato y pegado con cinta adhesiva, dando instrucciones para que alguien saque del freezer los ravioles para la noche pero igual no, no recuerdan si queda salsa pomarola, y lo dicen como si tuvieran la hermosa cortesía de permitir que el resto de los presentes nos enteremos que les va muy bien, que su vida está plagada de situaciones de tamaña relevancia.
Me molesta la gente que pide ‘una lágrima’, en un bar, porque es casi nada de café y, por cuantificarlo, por ponerlo en números, noventa y tres por ciento de leche, y entonces casi no se puede sentir el café, entonces significa que no están tomando nada.
Me molesta la gente que tiene paraguas y piloto y buzo antiflama y zapatos antideslizantes y jamás te cederían el carril interior de la vereda, aunque vean que vas descalzo y en musculosa, y sonríen de lo precavidos que han sido, de cómo la lluvia no los moja.
Me molesta la gente que se detiene en la calle porque hay una promoción de cualquier cosa, queso untable o bebidas energizantes o crema para fortalecer la piel del talón o la vagina, y están dispuestos a olvidar todo, incluso para qué se despertaron esa mañana o para qué bajaron a la calle, con tal de conseguir algo gratis.
Me molesta la gente que mira tu carrito del supermercado con la boca abierta y codean a su triste marido/esposa, y señalan con un dedo, y ponen una expresión, mitad fastidio, mitad odio, porque no pueden entender cómo vos comprás lo que comprás, y por qué nunca coincide con lo que ellos compran, y eso es muy molesto, eso tiene sin dudas tremendas implicancias, terribles significados.
Me molesta la gente que llega a un lugar, a una tintorería o a un hospital, y estás vos, te están atendiendo a vos, en mesa de entradas, en informes, o el japonés te está terminando de cobrar, y la persona comienza a hablar por encima de tu espalda, como si vos no estuvieras, o como si estuvieras pero aún así no contara, porque no hay nada más importante en el mundo que la propia necesidad.
Me molesta la gente que corre y mientras corre te odia porque vos sólo querés caminar, me molesta la gente que se hace un tatuaje de un caniche toy sobre la nalga derecha o se atraviesan una fosa nasal con un alfiler de gancho y creen que han hecho algo comparable a un disco de Thelonious Monk, me molesta que alguien cree que sabiendo cuánto tenés de colesterol, o si te gusta la Fanta, con eso es suficiente para saber quién sos, en qué categoría estás.
Lo que te quiero decir es que me molesta la gente, sin importar mucho el motivo.

5 comentarios:

Alelí dijo...

me pregunto, Juan, como será estar con vos mismo. ¿Entrás en la categoría de "gente"?

Nefertiti dijo...

Coincido plenamente señor Hundred. Y hago constar que enarbolar públicamente la bandera de antisocial da sus frutos. Los conocidos dejan de contar con uno para muchas cosas, porque "viste como es, mejor no le comentemos/ pidamos".

Yoni Bigud dijo...

Iba a comentarle exactamente su última frase, así que me ha dejado sin nada.

Un saludo.

La condesa sangrienta dijo...

Me molesta la gente que se molesta por la gente.

J. Hundred dijo...

*alelí! le voy a pedir, encarecidamente, que no me salpique el parquet con su test de manchas.

*nefertiti! habrá oído usted en más de una oportunidad, es una frase de uso corriente, eso de ‘sos o te hacés’. en mi caso, mucho me temo, las dos cosas.

*yoni bigud! dice un sabio refrán, variación técnica de otro sabio refrán: entre pizzeros no nos vamos a pedir el ticket. un saludo.

*la condesa sangrienta! diego, diego! pasala, que es gol! (le dijo claudio pol caniggia a diego armando maradona, entiendo que en el partido argentina-nigeria, mundial 94).