Observo a mi peluquero mientras me corta el pelo. Treinta años cortando el pelo; treinta años en la más vana de las luchas contra una secreción. Y siempre una sonrisa, un comentario original, el entusiasmo en la más pura de sus formas.
Vaya entonces este fragmento para todas esas chicas dispuestas a arruinarte una noche con ese ‘no me siento realizada, ¿entendés?’.
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