Hoy a la mañana, mientras me dirigía al trabajo, a mi cotidiano y particular via crucis, vi una paloma muerta. Yacía de costado sobre la mugrienta vereda, las patas recogidas. Todo era gris; del cielo a la paloma. Un mundo monocromo, incapaz de inventar un color.
Me agaché y la toqué, no lo pensé, no pude evitarlo. Estaba tan fría.
Me puse de pie y seguí caminando, vacío de contenido, como un recipiente que, en un ataque de osadía, se permite dudar de su propia utilidad.
Me agaché y la toqué, no lo pensé, no pude evitarlo. Estaba tan fría.
Me puse de pie y seguí caminando, vacío de contenido, como un recipiente que, en un ataque de osadía, se permite dudar de su propia utilidad.
Escribis tan bello que no importa, pero supongo que si la anécdota fuera cierta merecerías un beso tierno por personita sensible y si la anécdota no lo fuera merecerías dos besos por tu vuelo creativo
ResponderBorrarmi abuela decía: 'no somos nada'
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