El
hombre había empezado manejando un remise, pero luego, al poco tiempo, le
ofrecieron manejar una pequeña combi. Estaba jubilado, el hombre, pero necesitaba trabajar, necesitaba el dinero. Y
además, necesitaba tener algo para hacer. Había visto lo que le pasaba a sus
amigos cuando dejaban de trabajar, después de haber despotricado durante tantos
años contra sus respectivos trabajos. Al poco tiempo, la bovina mirada como si
la vida se hubiera transformado en un televisor en blanco y negro con el
volumen bajito, el labio inferior algo entreabierto. Las conversaciones sobre
enfermedades, sobre glaucoma o reuma, los planes de ir a pescar un fin de semana
largo a San Pedro o a Chascomús.
Al
poco tiempo, un año como máximo, no servían más. Perdían el apetito, no querían
coger, ni tampoco tenían nada para decir, se marchitaban como un ficus. Eso no
iba a sucederle a él.
Un
amigo que trabajaba en una escuela primaria le ofreció lo de la combi
escolar. Estaban buscando, en el colegio, un chofer. Se presentó, tenía
referencias laborales, era viudo, su amigo habló bien de él.
La
paga era poca, un trabajo de seis horas, pasar a buscar a los chicos por las
casas, y llevarlos al colegio, a la mañana, bien temprano. Luego esperar unas
horas, aprovechar para hacer trámites o hacer tiempo en algún bar, y retirarlos
del colegio al mediodía, llevar a cada chico a su casa. Dejaba al último chico,
y a eso de las dos de la tarde se iba a almorzar a un bodegón, se comía su buen
bife con papas o ensalada, se tomaba un tinto de medio, y se iba a dormir la
siesta. El resto del día era para él.
Tenía
que mantener cuidada la combi. Iba a un taller mecánico por Villa del Parque,
gente amiga. Le cobraban poco, tomaban mate mientras le revisaban el motor o
los amortiguadores, lo trataban bien.
Una
mañana, era viernes, juntó a todos los chicos como de costumbre. Dieciséis
chicos de menos de diez años. En lugar de agarrar Constituyentes derecho, pegó
una vuelta, dobló en el Boulevard, cruzó
Triunvirato, dobló otra vez. No eran ni las ocho de la mañana, aceleró. Aceleró
un poco más, y antes de escuchar los primeros gritos de los chicos, subió a la
vereda y puso la combi, quizás a unos buenos ochenta kilómetros por hora,
contra una pared.
El
hombre pensó que moriría con el impacto, pero no. Aunque no se había puesto el
cinturón de seguridad, sólo se fracturó la pierna izquierda en cuatro pedazos,
una costilla, y tuvo un feo golpe en la cabeza. Conmoción cerebral, pero a los
tres días ya se sentaba en la cama del hospital, para comer.
Una
tragedia, salió en los diarios. Murieron seis chicos, había una nena en coma, y
el resto con fracturas o golpes. Cuando lo vino a ver la policía al hospital,
querían saber si la combi había tenido algún mecánico desperfecto. Se hablaba
también que alguien había intentado subir al vehículo para secuestrar a los
chicos. Quizás el hombre había tenido un ataque de epilepsia o un infarto, una
verdadera desgracia.
Pero
el hombre declaró que nada de eso había sucedido. Simplemente, había acelerado
todo lo que pudo, y había puesto la combi contra aquel paredón. Su intención
había sido matarlos a todos, que murieran todos los chicos. Los escuchaba
hablar cada mañana mientras conducía y se daba cuenta que los chicos eran
malos, los chicos eran pura maldad y cuando fueran grandes serían todavía peor.
Tan sencillo como eso.
6 comentarios:
¡Uh!
Estó fue como un dedo de Laphroaig en ayunas: bueno y jodido al mismo tiempo.
*juan sebastián olivieri! en estas precarias playas, cuando alguien dice laphroaig, nos ponemos todos de pie. lo saludo.
Lo suyo es siempre bueno, siempre cierra pero hoy hay cosas que no se... aparentemente el tipo llego a jubilarse si muchos conflictos, solo necesitaba unos mangos y no envejecer en la inutilidad. de pronto en un día, o unos días se dio cuenta de la maldad de estos niños, así de una, como una revelación, como que los chicos son malos por default ?
No se...
Contundente lección de educación vial.
*bob harris! pero querido, a mí qué carajo me importa si entendés o no entendés lo que escribo. sacate un pasaje a australia y hacete coger por la manta raya que lo picó a steve irwin! por mí podés frotarte el escroto con una esponja mortimer cuadriculada. mamita querida, las cosas que tengo que aguantar por ser un ícono de nuestro tiempo, una leyenda viviente..
bueno, empecemos. está prendida la cámara? grabemos, entonces.
hola, estimado harris, quiero decirle que valoro enormemente su opinión, y prometo intentar mejorar en mi literario, particular, y desde ya intransferible via crucis, para lograr algún día estar a la altura que usted merece. sin más, lo saludo con el cariño y el respeto de costumbre.
*lola! pareciera, aunque me cueste definirlo con exactitud, hace tanto que no me pasa, pero pareciera que, de algún modo, a su manera por cierto, no quisiera yo decir con sus limitaciones, quizás utilizaría el término dificultades. qué le estaba diciendo, ah, sí, pareciera que usted me comprende.
Pero la concha de su madre, ya se que debe ser medio pelotudo pero me gusta como escribe, y sobre que me tomo el trabajo de comentar para que sepa que hay algún tarado que lo lee, me tengo que aguantar toda su boludez… Cámara acción! Estimado Juan sepa usted que es inevitable que lo lea con cierto tono analítico, ya que analizo todo y mas aquello que me gusta, y entiendo que el hecho que esta vez no me haya gustado tanto su trabajo no le quita para nada su real valor y con respecto al general de su trabajo quiero que sepa que con que estén a su altura ya será suficiente para mí.
Abrazo
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