5.5.07

Por contraste

En una charla, en una discusión, una pregunta vuelve a aparecer. Tengo la impresión que las preguntas son siempre las mismas, que cada tanto asoman sus cabezas, que vuelven a surgir, una y otra vez. Lo que cambia es el decorado, los presentes.
¿La pregunta? Ah, sí, la pregunta.
¿Existe una cosa, en sí misma, o precisa de su opuesto para existir, para cobrar corporeidad, para materializarse?
Si la salud es ausencia de dolor, si la felicidad precisa de la tristeza, si existiría la noche sin el día. No es preciso continuar, no es preciso aburrir.
Sin ir más lejos, ¿sería yo tan inteligente, tan lúcido, y porqué no original, en mi forma de pensar, sin usted, el imbécil que insiste con la pregunta?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada día escribís más lindo aunque estés más viejo.

Cariños alados y con gusto a mantecol
Mariel

Gustav dijo...

De la verdadera existencia de los opuestos no puedo decir nada, pero si le recomiendo que difunda fervientemente la idea del Doppelganger entre sus conocidos. Si se manda alguna macana por lo menos podrá culpar a su gemelo malvado.